La primera vez que visité Bruselas llevaba una lista de lugares que me gustaría ver. El Atomium estaba en lo más alto dado que es uno de esos edificios por el que siempre tuve curiosidad. Un monumento emblemático de la Exposición Universal de 1958 como símbolo del progreso y de la modernidad de la época.
Se encuentra bastante alejado del centro, aunque se puede llegar fácilmente en metro bajando en la parada Heysel de la linea 6. Tiene 102 metros de altura así que desde la misma salida de metro podemos ver este sorprendente edificio. Llegar hasta su entrada no tiene perdida, además es impresionante bajar por la avenida viendo como el Atomium es más grande conforme te acercas.
Cuesta creer que este símbolo de la ciudad diseñado por el arquitecto André Waterkeyn fuera a tener una corta vida de 6 meses. La espectacularidad del edificio y la atracción de turistas que ello comportaba, le valió un indulto y ahora recibe unas 600.000 visitas cada año.
Visitarlo fue como hacer un viaje en el tiempo, pues en su interior se percibe ese aire retro futurista de entonces. Está formado por 9 átomos o esferas, de 18 metros de diámetro, que representan las 9 provincias de Bélgica, aunque solo 5 están abiertas al público. En ellas hay salas de exposiciones temporales y en su mayoría permanentes, relacionadas con la exposición de 1958.
La esfera superior es un pequeño restaurante donde puedes comer a tomarte un café a precio de oro como es habitual en todos estos monumentos. Aunque siempre te puedes tomar algo en el restaurante que se encuentra justo debajo del Atomium.
Tenía la esperanza de visitar también el Mini Europa que se encuentra justo al lado, pero en febrero está cerrado, así que solo pude sacar algunas fotos desde lo alto del Atomium. Las vistas no están mal, pero tampoco son para tirar cohetes, así que no lo visitéis por sus vistas.
El acceso es por ascensor hasta arriba y a partir de allí vas descendiendo por escaleras normales o mecánicas al resto de las esferas. Este último tramo de escaleras mecánicas es un espectáculo de luces al más puro estilo 2001: Odisea del espacio, tras la aparición del monolito. Psicodélico!!
Una de las salas que más me llamo a la atención no estaba abierta al público y era un tanto peculiar. Parecía una especie de guardería para que los niños se quedasen a dormir. Aunque creo que es una esfera donde se realizan actividades para niños planificadas con colegios.
El día que lo visité no había demasiado gente, así que aproveché la oportunidad para inmortalizar a mi inseparable compañero de viaje Wall·E en un tramo de escaleras. Creo que me vieron tirada por el suelo por las cámaras de seguridad pues al poco apareció en la esfera de arriba la cabeza de un guarda para ver que estaba haciendo XD
El pobre Wall·E desata pasiones allá donde va. Podéis seguir sus aventuras en su web www.losviajesdewalle.com
Tras más de 50 años desde su inauguración sigue siendo un monumento impresionante. Mucho más espectacular por fuera que por dentro. Así que aquellos que se pregunten si vale la pena visitarlo yo les diría que depende. El hecho de que esté bastante alejado del centro y de que la entrada cueste 12€ no es demasiado atractivo. Pero lo cierto es que es todo una experiencia pasear por su interior, así que yo no me arrepiento.
Dirección: Square de l'Atomium, 1020 Bruselas
Precio: 12€
Horarios: Cada día de 10 a 18h