Muchos hemos conocido alguna vez que un allegado nuestro que ha decidido partir como misionero a algún lugar recóndito en el planeta para ayudar o en algunos casos a evangelizar a las poblaciones “salvajes”, esas que viven tan lejos de la comodidad y que tanto necesitan de Nosotros para descubrir la verdad.
Sin embargo aunque pareciera que es mas el bien que se les infunde a estas comunidades alejadas del estilo de vida moderno, también hay un oscuro trasfondo que se revela muy sutil y que pasa en ocasiones inadvertido por los propios misioneros cristianos. En su afán por llegar al humilde lugar y como primera sensación, compadecerse del sufrimiento y la ignorancia de estos seres tan tranquilos que no parecen tener alma, emprenden su trabajo evangelizador primero con los niños, a los que resultaría mas fácil convertir y por que no, también asustar un poco.
El proceso de evangelización continua y se funda en los “salvajes” la sensación de que su cultura esta equivocada y que todo en lo que creían fielmente y sin cuestionamientos no es mas que “brujería”, “santería” o creencias irracionales pero sobre todo incorrectas. El impacto de descubrir la “verdadera verdad”, que recibe la comunidad, los decepciona y desilusiona por qué todo a lo que estaban acostumbrados no era más que un error y una falacia.
Que hace creer a algunos, que estos “seres salvajes” necesitan ser salvados por el Dios, a veces indiferente de la biblia y la religión cristiana cuando viven sin el estrés del mundo moderno y con la tranquilidad que ofrece la libertad de disfrutar un buen lugar en una humilde casa para avisar a los niños jugando en el patio o hablar en conjunto con el resto del grupo sin interrupciones digitales.
El simple hecho de irrumpir en un grupo establecido, y digo establecido por que ya tiene definido su estilo de vida y sus costumbres y no las cuestionan por qué han sido transmitidas de generación en generación y se consideran ciertas y sensatas, es invasivo por que se penetra atrevidamente sin la conciencia del bienestar y la calidad que “estos seres sin alma” ya disponen y presumen sin saberlo.
Como sucedió en la época de la conquista en el continente americano, las enfermedades infecciosas inexistentes en América pero portadas por los colonizadores europeos, principalmente la viruela, fueron el principal factor del colapso que afectó a la población indígena americana, que no poseía defensas contra las mismas.
Es por eso que resulta de vital importancia establecer una relación con las tribus sobrevivientes en la actualidad pero sin la intención de cambiar toda su tradición y su cultura por las costumbres y pensamientos occidentales como la guerra, el estress, la pobreza, la violencia y hasta el bullying que estos individuos “tanto nos envidian” y que los misioneros se encargan de infundir y predicar ocultos tiernas palabras.
Después de todo, el respeto hacia la diferencia religiosa es la solución y la respuesta para no involucrarnos en un animismo comprensible y tan valido como cualquier tendencia espiritual, una visión de la belleza única y tan admisible y un respeto por lo natural los objetos sagrados, como los fenómenos naturales y los animales tan respetable y honorable como cualquier otra costumbre en el planeta.
Todo este “ser” de ser grupo no debe ser remplazado bruscamente por ningún agente externo.
Para terminar recuerden que la espiritualidad no solo se vive y siente a través de la religión del cristianismo sino también a través de la intuición y el conocimiento ancestral, que estos grupos tanto han desarrollado, y que también nos ofrece la sabiduría y conocimiento para sobrevivir en la vida sanar la existencia.