“Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. Parece ser que según la fiscalía, esta expresión incita al odio. Nada más y nada menos. Uno más bien cree que incita a la estupidez, básicamente por magnificar lo obvio de una manera tan descarada, pero no veo indicios de homofobia más allá de plasmar un mensaje bastante más comedido que otros, de signo ideológico contrario, en los que se enseñaba a masturbarse a adolescentes (y “adolescentas”) o en los que se sugería probar todo tipo de relaciones para averiguar si eres homosexual.
Personalmente, vaya por delante, no estoy de acuerdo con la propaganda que luce el autobús de la discordia, pero entiendo que la libertad de expresión ha de ir, necesariamente, más allá de las opiniones particulares y del mismo modo que no convengo con la publicidad sobre esa supuesta “educación sexual” que se proporcionó, quiero recordar, en Extremadura, tampoco veo necesario lucir un autobús -naranja para más señas- con una leyenda que reza una obviedad insultante.
Después, los complejos de la clase dirigente nos llevan a situaciones como la presente, en la que la fiscalía actúa de oficio contra una actitud más que dudosa, pero se permite la mofa a una creencia religiosa, el cristianismo, ofreciendo un especátculo carnavalesco con Drag-Queens que escenificaron una crucifixión y una virgen, retransmitida en directo por “la dos” de televisión española. Aparte de preguntarme si hubiesen tenido los bemoles a caricaturizar del mismo modo a Mahoma, vuelvo a insistir en la ideología políticamente correcta que se arroga el progresismo militante: Defender la manifestación del orgullo gay es cultura, pasear un autobús con la leyenda de la magen es punible según fiscalía. Curiosa forma de entender la libertad.