Para un viajero, un autobús puede ser su cama de muchas noches: ahorras el dinero del hospedaje y ahorras tiempo ya que no pierdes el día viajando, un autobús puede ser el lugar en el que descansar de las largas caminatas descubriendo lugares nuevos, puede ser el lugar de reflexión de todo lo que está viviendo a diario, puede ser su espacio para leer…
Autobús entre Hanoi y Vientián
A mí me encanta viajar en autobús. A casi todos los viajeros. Igual es que no nos queda otra.
Pero para mí, es parte de la aventura. A veces la gente me pregunta que porque no he mirado tickets de avión para mi destino. Es algo que ni me planteo (bueno, para ir a la costa el próximo mes, tengo pensado mirar, más que nada porque son demasiadas horas en el autobús y yo necesito trabajar).
Para mí ir en autobús es mi momento de relax. Yo que soy una persona muy activa, incapaz de relajarme un segundo sin hacer cosas, en el momento en el que me siento en un autobús me relajo, porque no me queda otra: leo mucho, escribo, pienso mucho más y escucho música. Y duermo. Yo duermo muy bien en los autobuses, a no ser que me pongan el aire acondicionado a tope y me estropeen el placer que me dan los viajes. Además, desde la pasada semana viajo mucho más cómoda: compré una almohada en forma de hueso y con estampado de cebra, por un dólares y medio. Con mi almohada en mi mochila, me siento una viajera un poco pija.
Os cuento, para que os hagáis una idea de las burradas que llegan a hacer los viajeros, que entre el 7 y el 12 de enero, en mi viaje a Ecuador con unos nuevos amigos colombianos, pasé algo así como 47 horas en autobuses. Una media de más de siete horas al día. Después del tute, yo que soy una viajera tranquilita, me pasé una semana en el mismo lugar. Y ahora os cuento este rollo porque voy camino de pillar una buseta, que me llevaré a una estación, la de Armenia, donde esperará a ver qué autobús me lleva a mi próximo destino, Medellín, esa ciudad conocida aquí como la ‘eterna primavera’.
Espero que haya uno nocturno como el que cogió una amiga mía el otro día. Porque esa es otra rutina de los viajeros, la de acercarse a estaciones con la esperanza de que haya ese bus que él espera y a la hora que él quiere. Suele pasar, no os preocupéis. Sobre todo en estos países donde hay mucha gente que no tiene coche y usa mucho autobús.