Revista Educación

El avión

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El avión

El avión

El avión despega. Es un momento bravo. Todo potencia, superando las leyes de la física, dedicándole a la gravedad una metálica indiferencia. Se dirige a un cielo repleto de atributos, las alturas de lo posible, el destino que juega al sudoku y mordisquea un bolígrafo y anota algo.
Lograda la altura, movidos los piolines del impulso, propulsado por las turbinas de lo deseado, el avión se estabiliza, allá en lo alto. Avanza, como si fuera a avanzar para siempre. Las nubes le ceden paso. El cielo es suyo. Recto y nivelado, según la jerga.
Pero no, no es posible, no puede durar. Aunque veas el horizonte dividiendo en alguna parte el arriba del abajo, algo ha cambiado.
Es ínfimo al principio. Casi podría ignorarse pero no se ignora. La punta, la nariz del avión, ha bajado un par de grados. No parece relevante ni significativo, nada se altera, pero ha comenzado la caída. El avión sigue adelante, va para adelante, pero también, de alguna delicada manera, va hacia abajo.
Y entonces se acelera. Se siente, no hay manera de no sentirlo. El ángulo, la pendiente, llámalo como quieras. No hay lugar para errores de interpretación. Allí abajo está lo duro, la contundencia de lo inevitable, el lugar donde todo comenzó y hacia donde el avión parece dirigirse con la fastidiosa mansedumbre del que divisa algo que ocurrirá con rango de certeza.
El avión se cae, con todo lo que eso implica. Ah, lo olvidaba: el avión eres tú.


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