Revista Sociedad
El ayto de bullas convoca su concurso de narración hiperbreve en el año 2012 sin haber pagado los premios del año 2011.
Publicado el 07 marzo 2012 por Asilgab @asilgab
La crisis no es sólo una maldición que se cierne sobre nuestras cabezas por culpa de unos pésimos gestores, sino que a veces, se comporta como un ejemplo más de la desfachatez que impera en el gremio de los gobernantes. El caso que quiero exponer, quizá sea poco importante con el resto de dramas y miserias a los que se ven abocados un gran número de proveedores, empresas y autónomos. Sin embargo, es un magnífico ejemplo de la maldición milenaria que aqueja a nuestros políticos que se resisten a abandonar sus ínfulas de grandeza (aunque sean ínfimas como en este caso), y no renuncian a convertir su gestión, en un sueño infinito que desemboca en el famoso quiero y no puedo. Quizá, si ellos fueran los que pagasen de sus bolsillos los desmanes de tales desagravios o se vieran abocados a cumplir penas de prisión por su negligente gestión, seguramente estaríamos instalados en un estado del bienestar real y no ficticio como en el que vivimos, y acudiendo al refranero popular, otro gallo nos cantaría.
Dicho lo cual, paso a exponer el desmán que me afecta. El 5 de mayo de 2011, recibí la llamada del Ayto de Bullas que me comunicaba que había sido el ganador del 2º Premio del Concurso de Narración Hiperbreve que organiza su ayuntamiento con motivo de la celebración del “Día de los Derechos de la Mujer y de la Paz Internacional”. Entre risas nerviosas, la persona que me comunicaba tan feliz acontecimiento, me confesaba que ese año por culpa de la crisis y la falta de presupuesto, no se iban a editar ni los marcapáginas de otros años donde se incluían los microrrelatos ni las agendas donde también se insertaban los textos, y que además, no me iban a pagar. A lo que yo respondí sorprendido que por qué convocaban el premio, pero mi interlocutora sólo supo decirme que por parte de la Agencia de la Igualdad había un interés muy especial en seguir con el concurso que ya llevaba dieciséis ediciones.
Con el paso del tiempo, y ante la falta del pago del premio por parte del Ayuntamiento de Bullas (Murcia), me puse varias veces en contacto con ellos hasta que me dieron el teléfono del tesorero (persona encargada de tramitar el pago del premio). Al habla con él, me dijo que la cantidad adeudada (150 €) era muy insignificante (muy cierto), y que sí, que la factura estaba hecha pero no tenía orden de tramitarla. Después de varios correos más sin contestarme, el tesorero me contestó al último hace unos días diciéndome que me pagarían cuando pudieran, pero que no sabía cuándo, aunque iba para largo.
Cuál es mi sorpresa, cuando el otro día veo en la web http://www.deconcursos.com/ que sale anunciada la convocatoria del premio este año. Me pongo en contacto con ellos y muy amablemente incluyen lo que yo les comunico junto a la reseña del premio: “nos comunican que algunos de los que ganaron el año pasado todavía no han cobrado y que tampoco están poniendo mucho empeño desde el Ayuntamiento para solucionarlo por lo que desconocemos por qué lo han vuelto a convocar”. Al mismo tiempo, el interlocutor de la web me dice que se pondrán en contacto con el Ayuntamiento de Bullas (Murcia) para corroborar la información y que les amplíen la noticia. Y este es el resultado de dicho careo (que también aparece junto a la anterior nota en la reseña del concurso en la citada página web: “… nos contestan de la Concejalía de la Mujer que es verdad que no han cobrado todavía, pero que ellos quieren mantener la convocatoria y que confían que algún día terminarán cobrando”. Lo que me parece muy bien, pero en vez de prometer un premio que no son capaces de pagar, que hagan como otros muchos ayuntamientos, que este año han dejado sus premios en meros diplomas o reconocimientos honoríficos, lo que no supone un fraude para aquellos escritores que deciden participar en los mismos. Está claro que en Bullas todavía están en ese quiero y no puedo, y no se han dado cuenta en la situación en la que estamos, pero eso sí, el esfuerzo de todas aquellas personas que participan en su concurso se lo pasan por el arco del triunfo, en un muestra más que palpable, del deprecio que hay en este país para aquellos que escribimos.
Sin embargo, la desfachatez llega a su límite máximo, cuando ayer recibo en casa una carta de la Agencia de Igualdad de Bullas con el siguiente texto: “les pedimos disculpas a las personas ganadoras ya que por la falta de presupuesto no hemos podido realizar las agendas que como costumbre regalamos todos los años y que, entre otros trabajos, contienen dentro los relatos premiados, así como la realización de los marcapáginas. Esperamos poder realizarlas más adelante”. Sin embargo, nada dicen de que no han pagado dichos premios, etcétera. Tal desfachatez, como digo, es la que me ha llevado a hacer pública esta situación, que lamentablemente no afecta sólo a concursos pequeños como éste, sino que en más de un caso, los aires de grandeza de nuestros políticos han dejado desiertos varios concursos de novela, aduciendo en todos ellos la falta de calidad de las obras presentadas, cuando ¡oh casualidad!, justo el año anterior han seguido con su mano rota, y no sólo han pagado muy generosamente sus premios, sino que han hecho grandes tiradas de la novela ganadora, que hoy por hoy, están fuera del alcance de cualquier autor consagrado, salvo si eres un reconocido autor de best-sellers.
Lo que pongo en conocimiento de todos aquellos que quieran participar en la edición del concurso de este año. El resto es tan evidente, que queda claro en manos de quienes estamos.
Artículo de Ángel Silvelo Gabriel
Dicho lo cual, paso a exponer el desmán que me afecta. El 5 de mayo de 2011, recibí la llamada del Ayto de Bullas que me comunicaba que había sido el ganador del 2º Premio del Concurso de Narración Hiperbreve que organiza su ayuntamiento con motivo de la celebración del “Día de los Derechos de la Mujer y de la Paz Internacional”. Entre risas nerviosas, la persona que me comunicaba tan feliz acontecimiento, me confesaba que ese año por culpa de la crisis y la falta de presupuesto, no se iban a editar ni los marcapáginas de otros años donde se incluían los microrrelatos ni las agendas donde también se insertaban los textos, y que además, no me iban a pagar. A lo que yo respondí sorprendido que por qué convocaban el premio, pero mi interlocutora sólo supo decirme que por parte de la Agencia de la Igualdad había un interés muy especial en seguir con el concurso que ya llevaba dieciséis ediciones.
Con el paso del tiempo, y ante la falta del pago del premio por parte del Ayuntamiento de Bullas (Murcia), me puse varias veces en contacto con ellos hasta que me dieron el teléfono del tesorero (persona encargada de tramitar el pago del premio). Al habla con él, me dijo que la cantidad adeudada (150 €) era muy insignificante (muy cierto), y que sí, que la factura estaba hecha pero no tenía orden de tramitarla. Después de varios correos más sin contestarme, el tesorero me contestó al último hace unos días diciéndome que me pagarían cuando pudieran, pero que no sabía cuándo, aunque iba para largo.
Cuál es mi sorpresa, cuando el otro día veo en la web http://www.deconcursos.com/ que sale anunciada la convocatoria del premio este año. Me pongo en contacto con ellos y muy amablemente incluyen lo que yo les comunico junto a la reseña del premio: “nos comunican que algunos de los que ganaron el año pasado todavía no han cobrado y que tampoco están poniendo mucho empeño desde el Ayuntamiento para solucionarlo por lo que desconocemos por qué lo han vuelto a convocar”. Al mismo tiempo, el interlocutor de la web me dice que se pondrán en contacto con el Ayuntamiento de Bullas (Murcia) para corroborar la información y que les amplíen la noticia. Y este es el resultado de dicho careo (que también aparece junto a la anterior nota en la reseña del concurso en la citada página web: “… nos contestan de la Concejalía de la Mujer que es verdad que no han cobrado todavía, pero que ellos quieren mantener la convocatoria y que confían que algún día terminarán cobrando”. Lo que me parece muy bien, pero en vez de prometer un premio que no son capaces de pagar, que hagan como otros muchos ayuntamientos, que este año han dejado sus premios en meros diplomas o reconocimientos honoríficos, lo que no supone un fraude para aquellos escritores que deciden participar en los mismos. Está claro que en Bullas todavía están en ese quiero y no puedo, y no se han dado cuenta en la situación en la que estamos, pero eso sí, el esfuerzo de todas aquellas personas que participan en su concurso se lo pasan por el arco del triunfo, en un muestra más que palpable, del deprecio que hay en este país para aquellos que escribimos.
Sin embargo, la desfachatez llega a su límite máximo, cuando ayer recibo en casa una carta de la Agencia de Igualdad de Bullas con el siguiente texto: “les pedimos disculpas a las personas ganadoras ya que por la falta de presupuesto no hemos podido realizar las agendas que como costumbre regalamos todos los años y que, entre otros trabajos, contienen dentro los relatos premiados, así como la realización de los marcapáginas. Esperamos poder realizarlas más adelante”. Sin embargo, nada dicen de que no han pagado dichos premios, etcétera. Tal desfachatez, como digo, es la que me ha llevado a hacer pública esta situación, que lamentablemente no afecta sólo a concursos pequeños como éste, sino que en más de un caso, los aires de grandeza de nuestros políticos han dejado desiertos varios concursos de novela, aduciendo en todos ellos la falta de calidad de las obras presentadas, cuando ¡oh casualidad!, justo el año anterior han seguido con su mano rota, y no sólo han pagado muy generosamente sus premios, sino que han hecho grandes tiradas de la novela ganadora, que hoy por hoy, están fuera del alcance de cualquier autor consagrado, salvo si eres un reconocido autor de best-sellers.
Lo que pongo en conocimiento de todos aquellos que quieran participar en la edición del concurso de este año. El resto es tan evidente, que queda claro en manos de quienes estamos.
Artículo de Ángel Silvelo Gabriel
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