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Si tienen oportunidad, hagan ustedes la prueba. Hablen con independentistas catalanes que tengan asumida la ideología y el adoctrinamiento que durante las pasadas cuatro décadas se ha vivido en Cataluña. No necesariamente todos ellos van a pertenecer a las generaciones escolarizadas durante la era pujolista, a partir de 1980. Seguramente encontrarán ustedes a personas más mayores, a partir de los 55 años, que a diario han estado absorbiendo la programación del omnipresente canal TV3. Un canal de televisión que desde su primer día de emisión se constituyó en un verdadero vivero de independentistas que han publicitado el separatismo desde los programas informativos y de entretenimiento con total impunidad y con absoluto derroche de dinero público. Traten ustedes de hablar con algún independentista -si es que hablar con ellos les resulta posible- y saquen a la conversación al Islam y a los inmigrantes de países musulmanes.
Hagan la misma prueba con alguna feminazi independentista. Soy consciente de que el término en sí es una redundancia. En Cataluña, las feminazis son independentistas, bien por convicción, bien por conveniencia. Ignoro si las feministas lo serán, pero de lo que sí estoy seguro es de que feministas deben quedar bien pocas. Lo que hay ahora, en franca mayoría, es feminazismo. Así que, si tienen oportunidad, hagan también esa prueba. Charlen con una feminazi catalana y aborden el asunto del Islam y la inmigración proveniente de países musulmanes.
Encontrarán que para ambos-para indepes y para feminazis-hablar del Islam y de la inmigración es un tabú. Pero no es un tabú basado en prejuicios. No es un tabú motivado por el respeto hacia una religión y cultura diferentes. Es el peor de todos. Es el tabú del que no se habla porque deja en evidencia a los totalitarios que, para imponer su criterio y agenda, prefieren incluso beneficiar a otros totalitarios si esto va a tener como consecuencia que los disidentes estarán todavía más amordazados.
Cualquier discurso de Quim Torra, Oriol Junqueras, Ada Colau…, se presenta siempre sostenido sobre dos argumentos. No importa si el político que discursa es de la derecha pujolista y delincuente o de la izquierda delincuente y antiguamente terrorista, ni importa si el discurso trata sobre el turismo, la economía, el empleo, la independencia, o la exaltación de la sardana como cultura internacional. El victimismo y la libertad siempre estarán presentes; unas veces como mensajes más bien subliminales, otras como abiertas reivindicaciones. Pero cuando en Cataluña aparece el Islam, el victimismo y la libertad son argumentos que se desvanecen. Nadie los reivindica ni los defiende. Ni las feminazis claman por las mujeres musulmanas sometidas, ni los políticos apelan a la libertad tan escasa en la inmensa mayoría de los países musulmanes.
Balaguer es un próspero pueblo de la provincia de Lérida, de unos 17.000 habitantes, gobernado por un ayuntamiento en el que absolutamente todos sus concejales, tanto de gobierno como de oposición, son independentistas o simpatizantes del independentismo. Más concretamente, el equipo de gobierno lo conforman una mayoría de 9 concejales de ERC; el partido republicano independentista que lidera el encarcelado Oriol Junqueras. Y en Balaguer se ha celebrado durante el sábado, 1 de febrero de 2020 el Día internacional del Hijab, con el que se pretende animar a todas las mujeres de este pueblo a que, durante todo este día, lleven como una prenda habitual más, un hijab; un velo típico de muchos países islámicos con el que las mujeres cubren su cabeza y pecho cuando están en presencia de hombres que no pertenecen a su familia. La finalidad de este Día Internacional del Hijab, según la Asociación de Jóvenes Musulmanes de las Tierras de Lérida, es promover el “respeto” hacia el Islam y sus creencias; pero la intención de este tipo de iniciativas va mucho más allá. Se trata de normalizar el Islam en Cataluña; una comunidad autónoma que en 2017 ya alcanzaba el 6,7% de población musulmana. Concretamente Lérida es una de las seis provincias españolas donde la población musulmana ya excede del 10 por ciento de sus habitantes. Y para normalizar el Islam en Balaguer está el ayuntamiento, que cede sus instalaciones municipales, y la televisión local, que lleva días haciéndose eco de esta iniciativa.
No deja de ser curioso que desde el momento en el que este Día Internacional del Hijab de Balaguer y su cartel anunciador han sido viralizados en las redes sociales, el ayuntamiento independentista gobernado por ERC haya solicitado a los responsables de dicho cartel que sea retirado el logotipo municipal. Solicitud que no se había cursado los días anteriores, ni se hizo en 2019, primer año de celebración de este acto de afirmación islámica que pasó desapercibido en el resto de España. Los otros dos logotipos que patrocinan el cartel son el de la ya referida Asociación de Jóvenes Musulmanes de las Tierras de Lérida, logo que luce una paloma de la paz como reclamo, y el de una asociación local llamada Dóna Pas (Da Paso), que según manifiesta en su web es una entidad sin ánimo de lucro que trabaja en la “sensibilización y conciencia social, intercambio cultural, co-desarrollo y participación ciudadana”.
Habría que preguntarse por qué el independentismo en Cataluña, al mismo tiempo que ha ido recortando derechos y libertades a asociaciones hispanohablantes durante las pasadas décadas en una clara estrategia de arrinconamiento de todo lo español, ha promocionado durante todo ese tiempo y con ingentes recursos públicos a un sinfín de asociaciones islámicas y otras entidades que colaboran habitualmente con las anteriores. Y para esa pregunta, la respuesta, a priori, es obvia. Los inmigrantes musulmanes que llegan a Cataluña, en inmensa mayoría, votan a los partidos independentistas a quienes deben los subsidios y otras generosas ayudas públicas. Esto es, aunque a menor escala, exactamente igual a lo que está sucediendo en España y Europa. La inmigración islámica, promovida y alentada por George Soros desde sus ONGs y partidos políticos afines, financiada y sostenida por un entramado corrupto de medios públicos que facilita el asentamiento definitivo del Islam en nuestros países.
Hasta el momento de finalizar este artículo no tengo noticias de que una sola asociación o grupo feminazi haya aparecido por Balaguer para protestar por el apoyo de ERC y el ayuntamiento al uso del hijab por las mujeres del pueblo. Tampoco ningún partido político de los que constantemente hablan de libertad y feminismo se ha manifestado en defensa de las mujeres musulmanas sometidas y esta práctica de clara sumisión ante el hombre. Ni están, ni se les espera. Ni a ellos, ni a quienes, con toda naturalidad, aceptan la doblez y la hipocresía de aquellos partidos a los que votan. Tal y como se pretende, el Islam va siendo aceptado y asimilado en Cataluña como paso previo a su implantación definitiva en España.
Parece que esos mismos independentistas que se sienten raza superior no advierten que están siendo utilizados como cuña de la misma madera para abrir brecha en España. Parece que se niegan a ver la evidencia histórica que muestra que cuando el Islam llega y consigue gobernar, todo ha de ser sometido. Y si lo advierten y ven la evidencia, parece que las consecuencias les traen sin cuidado.
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