“En la naturaleza nunca repetimos el mismo movimiento. En cautividad (la oficina, el gimnasio, transporte, deportes), la vida es solo un estresante dolor repetitivo. Sin azar.” – Nassim Taleb
La vida juega a los dados con nosotros y además los esconde para que no los podamos ver
Hace ya algunos años (cómo pasa el tiempo), a mitad de mi tortuosa carrera de matemáticas varios sucesos se cruzaron en mi camino e hicieron que acabara donde estoy ahora. Escribiendo estas líneas. Básicamente abandoné los estudios de matemáticas y me pasé a biología. Una vez allí me interesé por algo novedoso en esa época que eran los mapas con ordenador. Esa decisión me ha permitido ganarme la vida desde entonces. No he conocido el paro (salvo para apuntarme a cursos) y siempre he tenido un trabajo gratificante y un salario razonable (aunque siempre nos parezca poco). En definitiva, no me ha ido mal. La pregunta que desde hace tiempo ronda por mi cabeza, y seguro que algunos de vosotros también os la habéis hecho es ¿me lo merezco? ¿Han sido mis propias decisiones y capacidades las que me han traído hasta aquí?
Tenemos una tendencia natural a mirar hacia atrás y contar cuentos. Unos puntos de nuestra historia (o de cualquier historia) y tratar de verlos como una sucesión de eventos relacionados y causales. Hice B porque primero hice A, y luego vino C, etc… Nuestro cerebro es genial a la hora de inventar historias, pero muy malo para calcular probabilidades. Y es ahí donde está el meollo de la cuestión, ¿qué papel juega el azar en el devenir profesional o personal?
Inmenso. Mas del que nos gustaría reconocer, y más del que somos capaces de detectar.
Cuando miramos hacia atrás, tratamos de justificar nuestra vida, dando mucho más peso a aquellos momentos en los que tomamos una decisión. Supongo que es necesario para reforzar nuestra confianza. Sin embargo, dejamos de lado todos aquellos sucesos aleatorios que realmente han dado forma a nuestra vida. Desde el momento de nuestra concepción, somos fruto del puro azar y ese azar domina silenciosamente nuestras vidas queramos o no.
¿Quién no ha visto el discurso de Steve Jobs de Standford? Es una gran historia, que te deja pegado a la pantalla del ordenador. Motivante, inspiradora, evocadora, y falsa… Sí, falsa, no porque sea mentira lo que cuenta (será cierto), sino falsa en el sentido estadístico del término. Me explico, ¿cuántos hombres y mujeres en el mundo no habrán hecho antes lo mismo que Jobs? Dejar los estudios, ir a practicar arte, tratar de montar un negocio… Ahora bien, ¿cuántos de ellos han logrado llegar dónde Jobs? El 0.005%.
La bonita historia que nos cuenta Jobs, es generalmente falsa para el resto de la humanidad.
Ahora bien, ¿es Steve Jobs (o este modesto blogger) un hombre hecho a sí mismo? ¿Un hombre que controló su destino? En absoluto. ¿Es Jobs más inteligente que la media? No lo creo. Ahora mismo se le ve como un visionario pero ¿ha tenido éxito porque era un visionario o le vemos como un visionario porque ha tenido éxito? ¿Cuántos potenciales visionarios se han quedado en el camino? Como dice Taleb estamos totalmente confundidos por el azar (si no sabes quién es Taleb te recomiendo que leas mi post sobre los cisnes negros).
¿Quiere decir esto que todo es azar y que nada se puede hacer? En absoluto. Hay que prepararse y hay que marcarse ciertas direcciones hacia las que ir, sobre todo para poder aprovechar ciertos golpes de fortuna. Es en ese momento cuando una persona preparada puede ver la oportunidad y aprovecharla. Pero cuidado, también puede hacerlo otra menos preparada. No nos engañemos. Podemos trabajar muy duro para conseguir algo, y no conseguirlo nunca. Hay que ser consciente de ello. Muchos dirán que no trabajaste lo suficiente o que no estabas lo suficientemente preparado. Puede ser cierto, pero ¿cuántos vagos y poco preparados conoces que sí han tenido esa suerte? Seguro que unos cuantos. Tenía un entrenador de fútbol al que le sacaba de quicio que cuando perdíamos un partido le dijeran “suerte para el futuro”. Siempre respondía, “la suerte es para los tontos”. No, yo diría “la suerte es para todos, pero solo algunos tontos preparados podrán aprovecharla”.
Cuando reescribas la historia de tu vida, tanto si te consideras una persona afortunada como si no, es un buen ejercicio pensar en aquellos sucesos o momentos importantes que han podido causar un impacto, pero que estaban completamente fuera de tu control. ¿Y para qué? Pues por tres aplicaciones prácticas muy sencillas:
- Cuando veas a gente con éxito, podrás relativizar sus cualidades y ponerlas en contexto. Ni ellos te parecerán tan buenos, ni tú te verás tan malo. Del mismo modo, cuando te encuentres con alguien al que la vida no le ha sonreído, podrás ser más comprensivo.
- Podrás ser más justo contigo mismo en aquellas situaciones en las que algo no te haya salido como esperabas. El fallo está ahí. No es que haya que buscarlo como parece que apuntan algunos. Siempre hay que buscar el acierto, pero si se falla uno se tiene que levantar y listo.
- Podrás tratar de aprovechar el azar en tu propio beneficio. Quien no juega a la lotería es imposible que le toque. Cuidando tu red de amistades y contactos, estarás más expuesto a los golpes de fortuna. No hagas siempre lo mismo, haz cosas distintas, cultiva otras relaciones, otros entornos, todo suma…
Nos empeñamos en conceder al azar una importancia mucho menor de la que tiene, aun cuando el número de sucesos aleatorios excede con mucho, el número de decisiones aparentemente conscientes que tomamos. Quiere decir esto que vivimos en una sociedad donde el trabajo, el esfuerzo o la dedicación no van a tener nunca recompensa. No. Pero si solo nos marcamos la posible recompensa como objetivo, y fallamos entonces habremos fracasado como personas. Sin embargo, si lo que nos marcamos es la superación personal, la búsqueda de conocimiento, la ayuda mutua, y recibimos las recompensas como premios secundarios, entonces, da igual cómo haya sido tu vida. Siempre habrás logrado tus objetivos.
Una nota curiosa para finalizar. La palabra azar viene el árabe (az zahr) y era el nombre utilizado para el juego de la taba, que derivó en el backgammon y que en Español adoptamos para designar a los dados.
¿Qué papel crees que ha jugado el azar en tu vida o tus decisiones?