Revista Opinión
Llegaron para quitar los lazos que eran mazo.
Aunque el trabajo era un coñazo,
les podían soltar un guantazo y
llamar mamonazo.
Otros les daban un abrazo o un besazo,
pero ellos sentían cierto embarazo.
Les llamaron el Azote de los Lazos,
nunca lo pudieron dar carpetazo,
el lazo se convirtió en su marronazo.
Eliminó de plumazo el discurso con “azo”,
desde entonces le llamaron Riverazo el del Lazo,
lo que fue todo un puntazo.