Revista Opinión
PUBLICADO POR LA REPUBLICAPor: Augusto Álvarez RodrichEntre el ‘Conga va’ y el ‘ya veremos cuándo va Conga’La suspensión del proyecto Conga constituye, a diferencia de lo señalado por el premier Salomón Lerner, un fuerte revés del gobierno que afecta la perspectiva de la inversión minera, la cual es relevante para la inclusión social, pero también puede ser la lección clave para enfrentar con éxito las previsibles colisiones futuras entre la empresa y la comunidad.Del ‘Conga va’ que el presidente Ollanta Humala proclamó hace solo dos semanas, al ‘ya veremos cuándo va Conga’ de anteanoche, hay un trecho que solo Dios sabe cuánto durará y que constituye expresión de un gobierno que proyecta improvisación.Para un presidente que dijo que no aceptaba un ultimátum, esta capitulación incondicional –a pesar del anuncio del martes, en Cajamarca no cesaban las expresiones de protesta– es un revés político importante.También es cierto, sin embargo, que la tensión a la que había llegado Cajamarca en el sexto día del paro implicaba el riesgo de que se produjeran muertes que, además del costo lamentable de vidas, habría significado no solo la suspensión del proyecto Conga sino, incluso, una paralización del gobierno similar al efecto que produjo el ‘Baguazo’ en los tiempos de la presidencia de Alan García.La disminución de la tensión en la zona de conflicto que debiera producir en los días siguientes el retroceso del gobierno no debe impedirle a este reconocer la improvisación que ha mostrado cuando anunció que ‘Conga va’, su escasa capacidad de planeamiento político, su pobre lectura de lo que ocurría en Cajamarca, y las severas grietas de incoherencia que se han hecho notorias en esta crisis.A partir de ahora se abren dos escenarios futuros. Uno, el pesimista, es que lo ocurrido en Cajamarca arranque un efecto dominó que arrastre a reacciones similares en diversas partes del país, que producirán más convulsión social, menor inversión privada y un gobierno débil en lo político y con menos capacidad de financiar la inclusión social.Pero también hay un escenario optimista que implicaría que el anuncio de anteanoche permita avanzar en la construcción de un diálogo fructífero entre la minería y la comunidad que haga realidad la tan ansiada combinación del oro y agua, es decir, del crecimiento con inclusión social, del progreso que llega a muchas más personas de lo que hoy ocurre.Este segundo escenario es más complejo de lograr y requerirá la construcción de confianza entre las partes involucradas, lo cual pasa por la corrección de las debilidades del gobierno apuntadas previamente.Lo bueno, hasta ahora, es que hay un presidente con ganas de promover la inversión. Lo malo es que aún no sabe cómo superar los obstáculos para concretarla. Ojalá que pronto aprenda a resolver la brecha.