Revista Cultura y Ocio

El baile - Irène Némirovsky

Publicado el 19 septiembre 2016 por Elpajaroverde
La cima de la vida debe de ser un espacio reducido, imposible casi de cohabitar, demasiado codiciado como para compartir. Resulta tentador un empujón involuntario, apenas un codazo no sabemos si intencionado. Nos aseguraríamos así nuestra permanencia en lo más alto, nos asentaríamos en la cima altivos y triunfantes. La subida puede ser tan larga... La caída, tan solo un instante.
"Fue un segundo, un destello inaprensible mientras se cruzaban "en el camino de la vida"; una iba a llegar, y la otra a hundirse en la sombra. Pero ellas no lo sabían."

El baile -  Irène Némirovsky

Portada de El baile

Antoinette, catorce años. Su cuerpo despierta a la vida, su mente alimenta su hambre con fantasías, su alma es un pozo de rechazo y resentimiento. Rosine Kampf, madre de Antoinette. Apura sus últimos años de juventud, ataja con despótico desdén la más mínima amenaza que le reste brillo. Los Kampf se han instalado en un lujoso piso de París, nuevos ricos ansiosos de reconocimiento social. Para ello deciden celebrar un gran baile, hay que agasajar, hay que deslumbrar. Antoinette quiere asistir, pero su madre se niega enérgicamente. Y Antoinette acumula rencor y deseos de revancha. Y su madre es miope a su propio reflejo personificado en su hija, tan ocupada en sí misma y en su momento de gloria. Se presenta la ocasión, un fugaz acto inconsciente que el silencio mantenido transforma en consciente. La anhelada venganza se cristaliza, y la cima de la vida tiembla imperceptiblemente durante el breve instante en que se cruzan los caminos de madre e hija.
La cima de la vida debe de ser un espacio reducido, eso espero, ya que en tantas ocasiones en ella solo reina la estupidez humana. Escribe Irène Némirovsky esta novela en 1928, misma época en la que la ambienta. París, locos años 20, vida disoluta, frívola, despreocupada. Curiosamente un año después, el Crack de la Bolsa de 1929 originaría la hasta entonces mayor crisis económica mundial (precisamente un golpe en la Bolsa es la responsable del nuevo estatus de los Kampf). Curiosamente, no lejos de allí, en Alemania, en esa misma década, surgía tímidamente pero con pasos seguros el nacionalsocialismo. Curiosamente, pocos años después, alcanzaría el poder, escribiría una de las páginas más negras de la historia y terminaría con esos años felices de entreguerras. La cima de la vida debe de ser reducida, y el tiempo de estancia en ella debe de serlo aún más. Como una justicia burlona y divina, el ascenso de unos se traduce irremediablemente en la caída de otros.

El baile -  Irène Némirovsky

Irène Némirovsky a los 25 años, en 1928

Curiosamente (cuántas 'curiosidades'), Irène morirá en Auschwitz, y sin ella saberlo, mientras escribía "El baile", su destino ya había empezado a gestarse. Afortunadamente para nosotros (y más aún para ellas), sus hijas le sobreviven, y con ellas una maleta con textos inéditos de su madre (el que aquí nos ocupa ya había sido publicado). Entre ellos, la aclamada internacionalmente "Suite francesa". Pero volvamos a nuestra novela, o no, hay ocasiones en las que resulta harto difícil separar obra de autor. Sigamos pues con las curiosidades, premoniciones y coincidencias.
Antoinette procede de una familia convertida al catolicismo pero de origen judío. La misma ascendencia religiosa profesa Irène y al mismo credo que la más joven de los Kamp se convertirá después. Su origen judío le impide sin embargo obtener la nacionalidad francesa, a pesar de llevar años afincada en un país al que llegó de joven junto a su acaudalada familia huyendo de la Revolución Rusa, y cuyo idioma su obra ya empezaba a engrandecer literariamente. Ambas comparten también una infancia solitaria y una relación distante y complicada con sus respectivas madres. No será "El baile" la única de las novelas de Némirovsky en las que la figura materna no resulta bien parada, se repetirá esta circunstancia en "Jezabel". En su primer éxito literario, "David Golder", el protagonista en cambio es un rico banquero que recuerda al padre de Irène en algo más que su profesión. Serán precisamente estas dos últimas novelas citadas, el único contenido encontrado en la caja fuerte del apartamento parisiense de la madre de la escritora tras su muerte. En su última novela, Irène aparcará las influencias familiares pero no así su admirable capacidad de trasmutar su aguda percepción de su entorno en palabras. La Ocupación reina en las calles de París e impregna las páginas de una obra que quedó inconclusa al igual que su propia vida.
La que no quedó inconclusa, sino que además se corona con un brillante final, es la novela que hoy os traigo y a la que ahora sí que regreso definitivamente. Breve, concisa, enorme en su sencillez. La economía y precisión de palabras de Némirovsky se alza en un prodigio de agudeza y de percepción psicológica que funciona con la impecable determinación de un reloj suizo durante su lectura, y que nos explota como una bomba de relojería después. "El baile" es de esos libros que cuanta más distancia se pone de su lectura más gusta. Como si hubiese que alejarse de esa cima imaginaria para advertir su temblor y su peligro. Como si desde ese elevado y aparentemente privilegiado puesto, nos fuese negada la visión de lo que realmente es la vida.
"De pronto se sintió poseída por todo su futuro, sus jóvenes fuerzas intactas, su capacidad para pensar: "¿Cómo se puede llorar de esa manera por algo así?.. ¿Y el amor? ¿Y la muerte? Un día morirá... ¿Lo ha olvidado?¿Así que también las personas mayores sufrían por cosas fútiles y pasajeras? Y ella, Antoinette, les había tenido miedo, había temblado delante de ellos, de sus gritos, sus cóleras, sus amenazas vanas y absurdas..." 

El baile -  Irène Némirovsky

Bridge over Sena river. Fotografía de Pedro Paulo Boaventura Grein


Ficha del libro:Título: El baileAutora: Irène NémirovskyISBN: 978-84-9838-023-1Editorial: SalamandraAño de publicación: 2006Nº de páginas: 96Llevaba algún tiempo con ganas de leer algo de Irène Némirovsky. La casualidad quiso que su invitación de baile me llegase en pleno parón bloguero y en medio de una autoimpuesta sequía lectora, y a pesar de ello o precisamente por ello, no pude ni quise rechazarla. Me eximió además de elegir título personalmente, motivo por el que muchos grandes autores que me reclaman siguen injustamente relegados en mi lista de eternos pendientes. Tengo sin embargo la sensación de haber leído con este libro muchos otros de su autora, y ello a pesar de su brevedad. Será el trabajo de documentación al que me han 'obligado' las especiales circunstancias de su lectura, trabajo que acostumbro a realizar en muchas ocasiones bien por curiosidad propia, bien por respeto hacia vosotros, bien porque mis propias reseñas me enredan y me impelen a ello. En cualquier caso, como casi siempre, las lecturas llegan en el momento propicio. Y las reseñas también. Esta en concreto lleva tiempo escrita, y no ha sido hasta hoy que ha visto la luz. Porque sí, vuelvo al blog (si es que alguna vez me he ido), seguimos camino. ¿La meta? Hace tiempo que aprendí que no hay cima que alcanzar, que la victoria consiste en saber disfrutar del camino. Espero que queráis disfrutarlo conmigo.

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