Ahora lo entiendo todo. Este cabrón me ha asesinado… Estoy viendo mi cuerpo, desde arriba, como fuera de mí… Mi pobre cuello está retorcido y veo esa extraña posición de las piernas que no sé ni describir…
Esto es un homicidio con premeditación, alevosía y mala leche.
Claramente.
Cuando le expliqué que había recibido una herencia inesperada, observé un brillo extraño en su mirada…Dinero y pisos…Mi intuición me alertaba de que ahí había algo raro pero…Ciega…y enamorada.
De estar al borde del “Cese Total de la Convivencia” , pasó a decirme que era la mujer de su vida. Que ahora lo había visto. Que ahora, lo sabía…Ahora, sí, claro…Mentiroso.
De estar gorda y sebosa, pasé a ser una mujer de curvas apetecibles, que lo volvía loco…Cínico.
De estar harto de mí, paso a estar conmigo continuamente. Empalagoso.
Y yo piqué. Imbécil.
Un fin de semana romántico, en una casa de pueblo…
- “Sal al balcón, sal al balcón” – me repetía, pegado a mi oreja, llenándome de babas. Asqueroso.
Y voy yo y… salgo. Por respirar. Por creérmelo un poco. Ingenua.