El baloncesto en València recupera la ilusión

Una alegría. Sólo hacía falta eso. Tras unos años de travesía por el desierto, el Valencia Basket necesitaba sonreír y recuperar la ilusión por un proyecto. El deseo se había perdido después de los sucesivos fracasos posteriores a la disputa de la Euroliga en la temporada 2003-2004. El triunfo en la Eurocup significa, por fin, el estímulo necesario para que el baloncesto valenciano vuelva a la elite europea.
Juan Roig en Vitoria era un niño con zapatos nuevos. La ilusión se le veía en la cara. Sus allegados, los que más lo aprecian, así lo confirmaban. El año vivido en la Euroliga fue inolvidable para todos y el sueño que se va a revivir durante la temporada 2010-2011 puede hacer que el patrón se replantee su desaparición paulatina del club. Este año, con el apoyo de la familia Salvo, Power Electronics, y del resto de patrocinadores, se ha conseguido que el recorte presupuestario no se note en exceso; eso sí, todo bien unido a la imaginación de Spahija y Muedra para la confección de la plantilla.
E hilvanado también a un impulso del propietario se puede confeccionar un largo proyecto de futuro. Ahora sólo falta que los que ponen dinero al pez gordo del fútbol vean también que hay 8.000 valencianos que cada 15 días viven el baloncesto. Unos valencianos que también pagan impuestos y ven como en otras ciudades ACB, como Vitoria, los gobernantes apoyan al deporte que es campeón del Mundo, de Europa y subcampeón olímpico en selecciones. La realidad es que esta temporada las administraciones públicas valencianas han ayudado bien poco al Power. Tan sólo, una aportación escasa, la de la Diputación de València, que no ha impedido que la expedición ‘taronja’ haya hecho el paseo triunfal de la Copa por las instituciones habituales.
Después de la visita a la patrona de la ciudad, los campeones se acercaron a la Generalitat y al Ayuntamiento para ser atendidos por Francisco Camps, que les recibió con zumo de naranja y horchata, y Rita Barberá, a la que le fue entregada una camiseta del equipo que utiliza un pabellón municipal necesitado de reformas precisas y que tan solo tuvo una importante este año, el aire acondicionado.
En lo deportivo, poco se puede decir. Se ha conseguido lo más complicado, aglutinar a un grupo de jugadores comprometidos, que cada día demuestran que son un ejemplo para todos. De esa piña que ha confeccionado Neven Spahija mucho tienen que aprender los demás. El técnico es un ganador y su presencia es garantía de éxito. Si se queda, el proyecto tendrá una continuidad, si no se hace, el club corre un cierto peligro de volantazo. El técnico pide proyecto mas que dinero. La clave vuelve a ser la misma: facilidades para trabajar. Ahora tiene todas las del mundo.
Tal vez el sueño vivido en Vitoria sólo dure un año, cosas de los mandamases de la Euroliga. Sin embargo, se pueden hacer las cosas bien. No hay que olvidar los errores del pasado. Estos se deben evitar. Además hay que pensar que la solución no estriba en que Juan Roig sea el paganini. Todos tienen que remar. Sin locuras, pero marchar todos en una misma dirección.
Artículo publicado junto a Julio Gomez en L'Informatiu.com