El Bar de la esquina.

Ese Bar de la esquina

Ese entrañable lugar donde sirven el croissant y el cappuccino como a ti te gustan. Nada más entras por la puerta, J. busca con la mirada el periódico que sueles leer para que acompañe tu desayuno. Si tu hablas, él habla. Pero si el día es de esos perros, él te deja vivir en tus silencios.

Y siempre sonando música…

Muchos de nosotros tenemos Bares de la Esquina: los diferentes barrios y trabajos nos han llevado a intimar a la hora del desayuno, con unos humanos que desde detrás de una barra,  nos ayudan afrontar el día con dignidad.

A cada traslado, y si tienes suerte (por que también puedes caer en un lugar remoto, o sea, algunos Polígonos Industriales!), aparece un Bar de la Esquina. Y, si la suerte nos sigue sonriendo,es muy posible que los que allí habitan sean agradables.Aunque vayamos cambiando de lugar,  siempre hay uno de esos establecimientos que te dejan una muesca en el apartado “Mis bares de la esquina”. Sea por que lo viviste en un espacio muy prolongado , o sea por que la experiencia fue corta pero intensa, hay una barra a la que te encantaría volver. De visita.

Cuando he entrado en Mi Bar de la Esquina , a J., siempre en la barra,  se le ha escapado un sonoro taco-cariñoso y a mí una sonrisa. Habían pasado bastantes años (mejor no ser conscientes de la manía que tiene el tiempo de ir tan , tan, veloz…) desde mi última visita y hoy, la casualidad me ha llevado muy cerca del territorio. Así que he pensado en tomar un café rápido . Mi Bar de La Esquina preferido a cambiado para mejor. Hay más luz y otros cuadros. La historia del local ha ido creciendo y se ha atiborrado de cacharros que le dan más personalidad.

Como siempre, el último descubrimiento musical de J. , se escuchaba por los altavoces. En pocos minutos , hemos resumido mucha vida. Al final, todo bien. O mejor. No he estado más de 10 minutos encima del taburete retro de madera pero la charla y el excelente café me han hecho salir con el espíritu más liviano.

Si puedes y tienes un Bar de la Esquina preferido, dejáte caer un día. Es posible que las cosas no hayan cambiado y puedas vivir un encuentro afectuoso con los que fueron los responsables de tu desayuno durante tantos años…

Tiene efecto terapéutico.