Revista Cultura y Ocio
Hoy cumplo 39 años. Y tengo portada para mi nuevo libro, editado por Baile del Sol. Nuevo es una forma extraña de hablar. Está formado por dos poemarios. El primero, Móstoles era una fiesta, lo empecé a escribir en diciembre de 1997. Lo acabé en septiembre de 1998. El segundo, El calvo del Sonora, lo escribí durante 2008. 10 años los separan. Están conectados. En ambos hay un poema titulado El bar de Lee. Cuando empecé a escribir el primer poema de Móstoles era una fiesta tenía 23 años. Era estudiante entonces. Ahora soy profesor. Con Móstoles era una fiesta gané el segundo premio de un premio de poesía en mi ciudad. El concejal de cultura de Móstoles dijo que publicarían el libro (aunque no estaba en las bases del premio). Las elecciones pasaron. Lee era un ciudadano mostoleño de origen chino. El concejal de cultura incumplió su palabra. Lee regentaba un bar, el Tuburio, (o El bar de Lee). El calvo del Sonora era un calvo que acudía sólo a un bar llamado Sonora. Con Móstoles era una fiesta tenía firmado un contrato de publicación, en una supuesta editorial prestigiosa. Con El calvo del Sonora quedé finalista del premio de poesía de Ciudad de Mérida. El premio de poesía de Ciudad de Mérida lo publicada DVD. Baile del Sol me publica poesía aunque no recito en bares. La supuesta editorial prestigiosa incumplió su contrato de publicación. Poesía de hace 15 años, poesía de hace 5 años. A veces escribo poesía. A veces leo poesía. Hoy cumplo 39 años. Vendo libros de poesía a mis familiares y amigos. Mis familiares y amigos, en un 95% de los casos, no son lectores de poesía. Yo a veces tampoco soy lector de poesía. Yo no soy recitador de poesía en bares. Baile del Sol me publica poesía aunque no recito en bares. Los editores de Baile del Sol juegan a juegos extraños. Y yo hoy cumplo 39 años. Es como si a los editores de Baile del Sol les gustase la poesía. Dejó aquí un poema de Móstoles era una fiesta. El mirlo, en parte, justifica la portada.
EL MIRLO
Todo arte es completamente inútil. Oscar Wilde
Cuando ondulante como en alta mar arrastro por las baldosas del paseo mi tempestad bajo el túnel de álamos, sábana rumorosa de la noche húmeda de viento, solo, a las cinco de la mañana concentrado en la tristeza continua de cada paso y en la retina los finos tirantes de sus vestidos, canta el mirlo a las cinco de la mañana tras la lluvia y la ciudad en invierno, su canto de amor fuera de temporada destinado a quién sabe qué amantes dormidas, hermoso como sólo pueden serlo las cosas inútiles, me detengo.
Escucho el poderoso canto del mirlo. El viento sopla, mi carne se estremece, no reconozco esta sensación que me invade y pienso que tal vez se parezca a la felicidad, sonrío al vacío, muy quieto ahora busco al mirlo, poeta del invierno, sin encontrarlo en las frondas de la noche.
7-3-98.