Revista Cultura y Ocio

El barbero de Sevilla en el Palau de les Arts

Publicado el 06 marzo 2013 por Maac @Elblogdemaac
El barbero de Sevilla en el Palau de les Arts
La coincidencia del estreno de El barbero de Sevilla en el Palau de les Arts con el concierto de Joyce DiDonato en el Palau de la Música el pasado día 28 de febrero impidió a maac asistir a les Arts en la primera función, así que lo hizo en la segunda que ha tenido lugar el 3 de marzo. No es maac un rossiniano de pro, pero sí un admirador de las óperas serias de Rossini , siempre en pequeñas dosis, y también de su lado más ligero, las bufas, así como de su dominio de la orquestación y su riqueza melódica, un compositor que no descuida la orquesta y que, a su vez, exige intérpretes de una calidad técnica excepcional, dice maac que la misma DiDonato es uno de los ejemplos paradigmáticos del canto rossiniano actual y no duda en afirmar que hoy en día no existe mejor Rosina que la de la norteamericana, y que cualquier comparación que se haga con ella resultará odiosa, ojalá la hubiéramos tenido en Les Arts.
La producción que se ofrece en el Palau es del año 2010 y proviene del Gran Teatro de Ginebra. Dirigida escénicamente por Damiano Michieletto, está ambientada en una calle perteneciente a un barrio popular de Sevilla en los años ochenta o noventa del siglo XX, la escenografía, realizada por Paolo Fantin, muestra uno de los lados de una calle, en el que un edificio de viviendas va girando sobre su eje de forma que o vemos su fachada o su interior, el vestuario de Silvia Aymonino, no tiene ningún misterio salvo el de intentar averiguar la época concreta a la que pertenece -yo me perdí un poco, se ve que no estoy muy puesto en cuestiones de look- y la iluminación de  Fabio Barettin se apoya por elementos fijos situados en los propios decorados (farolas en la calle cuando la acción transcurre en el exterior y lámparas o plafones cuando lo hace en el interior de las viviendas) junto con otros elementos externos que recrean a la perfección el ambiente nocturno en el que se desarrolla la propuesta escénica. Michieletto realiza un magnífico trabajo de actores, con multitud de ideas, algunas muy imaginativas, que no son fruto de una sentada, esto siempre es de agradecer, por lo menos que veamos que se han calfat el capmaac dice que quizás la historia queda algo diluida ante tantos elementos distorsionadores: terraza e interior de un bar, vecinos sentados a la fresca en la acera, señoras que salen al balcón a fumarse un cigarrillo mientras que otras, como Berta, salen a la caza de un maromo con el que pegar un polvo en su apartamento y que exige de los actores-cantantes tanto movimiento entre tanto caos -hay momentos en los que la plataforma adquiere un movimiento giratorio constante- que es muy difícil lograr coordinación con la música que sale del foso.
Había que ver a maac al salir de la función, echaba pestes del Figaro de Mario Cassi, que si no tenía gracia, que si su voz no tenía ningún tipo de proyección, la verdad es que yo mismo, que no entiendo mucho de ópera, he podido comprobar que en muchos momentos no se le escuchaba y no parecía que este problema se debiera a un excesivo volumen orquestal. De interprtar a Rosina se encargaba Silvia Vázquez, a mi amigo le pareció totalmente fuera de estilo con unas ornamentaciones muy poco ligadas, anti-rossinianas, sintió mucho que hubiera aceptado cantar este papel cuando es evidente que no se adapta a sus características. Mejor opinión tenía del Conde de Almaviva, para él Edgardo Rocha había sido el mejor de la representación, resolviendo las dificultades si no con absoluta precisión, con suficiencia, bastante apurado al final de Cessa di pù resistere, hasta yo, que no me entero, me di cuenta de ello. maac dice que él tampoco se entera, que simplemente es un buen aficionado, aunque yo no me creo lo primero. Correcto pero muy apurado el Bartolo de Marco Camastra, ¿será por la edad?, también mostró problemas de vibrato, es la edad, no cabe duda, el Basilio de Paata Burchuladze, pero qué pedazo de voz que  tiene este hombre, es curioso pero parece que el vibrato le afecta más en los recitativos que en las partes cantandas. Me estoy cansando de tanta corrección pero es que no hubo nadie que destacara especialmente,
Marina Rodríguez-Cusì fue una simpática Berta, así como Mattia Olivieri, que sobresalió entre tanta tosquedad. Bien la  Orquestra de la Comunitat Valenciana y algo menos bien de lo que suele ser habitual el Cor de la Generalitat Valenciana. Omer Wellber hizo buenamente lo que pudo para que los desajustes entre cantantes, que ya tenían bastante con seguir las pautas escénicas, y la orquesta no se convirtieran en un caos, pero casi casi. Para maac, que me ha dejado escribir en su blog, y le doy las gracias, de lo peorcito que se ha podido escuchar, que no ver, en Les Arts, imaginaos que lo tuve que convencer para que no se fuera en el descanso...


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