En la final de la Copa del Rey de fútbol este domingo en Madrid, los independentistas catalanes, con sus banderas estrelladas y abucheos al himno español, una música del siglo XVIII y sin la letra violenta de Els Segadors, decían expresar su antifranquismo.
Una falsedad, pero que casi todo el mundo acepta ya: tenía razón Paul Joseph Goebbels, el lavandero de cerebros alemanes al servicio de los nazis, cuando decía en uno de los puntos de su doctrina propagandística que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Así ocurre con la leyenda del Barça como antifranquista, cuando fue el club más protegido por el dictador hasta casi su muerte para reforzar a la burguesía catalana que lo había recibido como un liberador y necesitaba potenciar ese club frente al rival local, el Español, más del pueblo llano.
En Madrid, el protegido era el actual Atlético de Madrid, al que se fusionó en 1939 el Club Aviación Nacional, creado por su ejército, mientras el Real Madrid había quedado prácticamente desmantelado: muchos de sus jugadores eran republicanos.
Algunos se exiliaron, como su capitán, el defensa Perico Escobal, que se salvó del fusilamiento y tras pasar por varias cárceles escapó a Nueva York, donde murió.
Franco apoyó permanentemente al Barcelona, que desde el final de la guerra ganó cinco ligas y cuatro Copas del Generalísimo.
Era el número uno hasta que apareció Di Stéfano en el Real Madrid, en 1954, con el compromiso de jugar también en el Barcelona, que renunció a tenerlo.
Hasta su fallecimiento en 1975, El Barça y el Athlétic de Bilbao ganaron nueve copas del Generalísimo cada uno, y el Real Madrid solamente seis.
Y solo Franco permitió que el Barcelona hiciera una operación inmobiliaria con la recalificación ilegal del actual Nou Camp, algo que le negó a los madridistas de Bernabéu. Pero Goebbels, claro, tenía razón.
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SALAS