Un juzgado catalán ha rechazado la demanda del Fútbol Club Barcelona, el Barça, para que anule las multas que le impuso la UEFA por tolerar banderas separatistas en su campo.
La autoridad futbolística europea las prohíbe al considerarlas propaganda política e ideológica.
La primera multa, por su exhibición en la final de la Champions de 2015 en Berlín, fue de 30.000 euros. La segunda, por un partido contra el Leverkusen en el Camp Nou, subió a 40.000. El último junio aumentó a 150.000 por otro partido europeo. La próxima multa puede ser un cierre temporal del campo.
En España se permiten estas expresiones independentistas, y las pitadas al himno nacional y al Rey.
El único club de fútbol español que le entregó por dos veces su medalla de oro y brillantes a Francisco Franco se ha envuelto ahora en la bandera separatista sin que haya sufrido una reacción contraria en ninguna parte del denostado “nacionalismo español”.
España es un extraño país sin masas de nacionalistas de verdad, como los hay en el resto de Europa y del mundo, donde esa actitud sería castigada por la ley, y rechazada masivamente en todos los campos ajenos en los que jugara.
Y quizás violentamente, que es lo que parecen querer los nacionalistas: provocan a otros para que reaccionen y poder presentarse al mundo como víctimas de esa furia
Sin embargo, los separatistas que insultan a los demás españoles con sonoros eslóganes racistas y xenófobos, son recibidos, allá donde van, como amigos y homenajeados por las peñas barcelonistas.
Lo que permite pensar que los españoles no se dejan llevar por patrioterismos, como los de los independentistas, y que lo perdonan todo por ver el fútbol del Barça.
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SALAS
Claro que también podría ser algo más retorcido: que instintiva e inconscientemente los aficionados españoles no se tomaran en serio el separatismo catalán, lo que debe humillarlo muchísimo porque es quitarle importancia, menospreciar sus ideales y paraísos nacionales.
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