A la salida del estadio Bernabéu, donde el Barcelona le ganó 0-4 al Real Madrid, un grupo de catalanes de los que exhiben banderas separatistas en el Camp Nou, coincidían entre bromas y veras en rechazar la independencia para vivir alegrías como esa.
“Yo creo que casi todos los culés pensamos igual” decía el que parecía líder del grupo, algo que, si solamente fuera media verdad, cambiaría muchas ideas sobre la abundancia de independentistas catalanes.
Cualquier observador atento tenía entonces que preguntarse hasta qué punto es verdadero el separatismo que representa la Generalidad de Artur Mas.
Con una Cataluña independiente el Barcelona C.F., que condecoró a Franco dos veces, por ninguna el Real Madrid, no podría jugar la liga española, y estos aficionados no gozarían de estos triunfos que humillan al Madrid, y en los que sueñan sin descanso.
Hundir al Madrid es la culminación de las ilusiones de muchos catalanes que ven representada en él una capital que, según ellos, vive a su costa.
Aunque ahora, inesperadamente, les ha superado en renta per cápita con sus crecientes industria, servicios, inversiones e incluso agricultura.
En cuatro décadas, desde que se desarrollaron la democracia y el estado autonómico, Barcelona ha ido perdiendo importancia relativa en España, donde era la punta de lanza de la prosperidad nacional, mientras la ganaba Madrid, receptora, entre otras, de numerosas empresas catalanas que huyen de las amenazas del independentismo.
Acaba de denunciarlo alarmada su organización empresarial más influyente, el Círculo de Economía, formado por culés como los del alegre grupo del Bernabéu.
Curiosamente, Bernabéu, apellido catalán de un legendario presidente de ese Real Madrid, fundado por los hermanos barceloneses Juan y Carlos Padrós.
El 0-4 hace al Barça más españolista que su rival local, el Espanyol sin ñ.
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