Mayúsculo, extraordinario e histórico. El Barça ya la tiene, ya puede presumir de contar con su segunda Euroliga después de aplastar por 86-68 a un Olympiacos que acabó a voces, descompuesto, sin más argumentos que la ironía y las represalias hacia los árbitros. Los azulgrana protagonizaron una victoria de autor y oficio, y el capitán Roger Grimau levantó una copa en París, ciudad esquiva por dos veces con el club tras perder ante el Pop 84 Split en 1991 y sobre todo contra Panathinaikos y el tapón ilegal de Vrankovic a Montero en 1996. Juan Carlos Navarro (21 puntos) fue nombrado el MVP de la séptima final de la máxima competición continental para los azulgrana, los que más Final Four han alcanzado (once). El trofeo individual premió a La Bomba, que rompió a llorar poco después, y supone el reconocimiento para el líder de un equipo que ha ganado todas las últimas competiciones que ha disputado desde junio del año pasado: Liga, Supercopa, Lliga Catalana, Copa del Rey y la más prestigiosa, la Euroliga. Podría completar la mejor temporada de su historia si revalida el de Liga.
Resultó una obra de autor para el Barça, fiel a su estilo, comprometido con la propuesta que les ha hecho ser, sin discusión, el mejor equipo de una competición en la que sólo ha perdido dos encuentros. No se puso ni se dejaron poner caretas los azulgrana, que se reconoció desde el primer momento y mostraron su juego, partiendo desde una defensa agresiva y un ataque multidisciplinar, aseado y repleto de recursos diferentes e igual de efectivos. El grupo no rechazó ninguna responsabilidad y se implicó en ambas facetas del juego: Fran Vázquez coleccionaba tapones y anulaba a Baby Shaq, de 148 kilos, y el equipo triangulaba, doblaba y se divertía en ataque. Puro espectáculo, pero también puro compromiso, que no tardó en reflejarse en el marcador (22-13 a los 7m 7s). Como director de ese vendaval de juego y de propuestas, Pete Mickeal (15 puntos), la pieza que le faltaba a este equipo para dar el paso definitivo en Euroliga. Uno de los encargados de reducir las prestaciones de Ramunas Siskauskas en las semifinales y el líder de su equipo en el primer cuarto con diez puntos (28-19). Los azulgrana completaron su mejor primera parte en la competición anotando 47 puntos y perdiendo únicamente tres pelotas, dos de ellas en los últimos 20 segundos antes del descanso (47-36). Era la cita idónea para romper con los récords.
Técnica a Kleiza
Se quedó en blanco Olympiacos, con tan tantas respuestas como el estudiante que olvida lo que aprendió rápido y mal o que no recuerda porque sus nervios son incapaces de permitírselo. Empezando por Linas Kleiza, todo un NBA emigrado a Europa por un contrato excelente, apagado tras su triple inicial y que fue al banquillo poco después con dos personales. Kleiza acabaría con 13 puntos y siendo una de las imágenes de la final, pues no aceptó que le pitasen falta sobre Navarro y aplaudió a los árbitros para ganarse una técnica. Navarro, por si quedaba alguna duda, anotó los cuatro tiros libres a 1m 23s (80-65). Un momento en el que Xavi Pascual dio entrada a los únicos dos jugadores que no habían participado en el partido: Jaka Lakovic y Jordi Trias. “Hemos jugado como un equipo” volvió a ser el mensaje más repetido por los jugadores.
Tampoco funcionó Teodosic, torturado por un virus estomacal el sábado, un contratiempo que le impidió estar presente para recibir el trofeo como MVP de la competición. Teodosic sólo funcionó en el primer cuarto con siete puntos, se fue voceando al borde del descanso quejándose porque los árbitros le señalaron la tercera personal sobre Navarro y no anotó más ante a falta de 2m 41s, poco después de que le hubiese soltado un sinfín de improperios a su entrenador en el banquillo. Tampoco pudo contenerse Papaloukas (12 puntos), aunque éste más bien se dirigió a cuestionar las decisiones de los colegiados.
“¡Once años!”
En la desesperación de Olympiacos, en sus protestas, se explicaba la alegría y la superioridad de los azulgrana, apoyados en la grada por Gerard Piqué, Carles Puyol, Sergi Busquets, Bojan y Xavi Hernández, que partieron de Barcelona a las siete de la tarde y llegaron a la pista en el segundo cuarto. Los jugadores del primer equipo de fútbol llegaron justo después de un triple de Gianluca Basile –“¡Once años! ¡Once llevaba esperando esto! ¿Me la merezco, no?”– en una acción que requirió de dos rebotes ofensivos de Roger Grimau y Víctor Sada, vital en el momento más comprometido para su equipo: el inicio de la segunda parte.
Requería Olympiacos de una reacción contundente, de un cambio total y Giannakis consideró que para hacerlo necesitaba en pista a Patrick Beverley, que reanimó a su equipo y enfadó a Ricky, que le recriminó una acción. Para evitar problemas Pascual cambió al base titular por Sada, que resultó el auténtico desatascador de los azulgrana. Empequeñecido por Ricky, Sada ha sabido aceptar la situación y tuvo un rendimiento excelente el día clave, cuando su equipo estaba anulado por la defensa griega (dos pérdidas consecutivas) y por Kleiza, Childress y Papaloukas, en el único instante en el que las tres estrellas del rival se pusieron de acuerdo para justificar su nómina. Ahí apareció Sada para anotar un triple al límite para ampliar a once (58-47 a los 26m 18s) una diferencia que se había llegado a reducir a cinco (52-47 a los 25m 20s). Navarro y un Boniface Ndong soberbio –es el tercer africano que gana la Euroliga– cerraron el marcador en 64-50 al final del tercer cuarto.
No se relajó el Barça y Terence Morris empezaría el último período birlándole una pelota a Kleiza para que Ricky (nueve puntos) corriese a placer al contraataque. Morris, además, anotaría un triple para lograr la máxima diferencia (71-52 a 6m 3s). Había nervios y Teodosic y Mickeal recibieron dos técnicas. Un parcial de 0-5 de Olympiacos con dos jugadas de dos ex NBA como Kleiza y Childress (71-57 a los 4m 58s) resultó anecdótica, pues entre Erazem Lorbek y Sada no dejaron dudas de quién iba a ser el campeón. “Siempre tienes que creer. Es díficil estar en un equipo así”, resolvió Basile, que había perdido la final de la Euroliga en 2004 con la Fortitudo. “Hemos creído en nosotros. Hemos sido fieles a nuestra filosofía”, le apoyaba Sada. “Es acojonante”, sentenciaba Grimau, que, eufórico, ocultaba el balón debajo de su camiseta: “Ya le tengo guardado un sitio en casa”.
Revista Baloncesto
El Barça salda su deuda con París ganando su segunda Euroliga con una obra de autor ante Olympiacos
Publicado el 09 mayo 2010 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
Los jugadores del Barça levantan la Euroliga -EFE.
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