Revista Comunicación
Cuando el capitán de un barco descubre con pavor que su nave está encallada en la arena, la desesperación y el bloqueo mental provocan en muchas ocasiones que no se vea capaz de solucionar el problema.
Una cosa juega a su favor: la marea sube y baja cada seis horas.
En este estado de pesimismo y desesperanza, la solución más cómoda es cruzarse de brazos y dejar que sea la marea la que reflote el barco y lo devuelva a alta mar.
Pero esa decisión no es acertada. SE EQUIVOCA. Puede que sea la solución más fácil, pero no puede dominarse la influencia externa de la marea.
Este tipo de actitud, aunque sea pasiva, conduce al resultado esperado. Pero hay un tremendo error: el patrón acaba de confiar la suerte de su nave a un agente externo, delegando en la marea una responsabilidad que le compete a él. Y la marea, no lo olvidemos, tan pronto sube como baja: del mismo modo que en esos momentos sacó al barco a flote, cuando cambie su dirección lo volverá a encallar.
La metoafora está clara, puesto que hablar de MAREA es hablar de CRISIS, el BARCO representa a cualquier PYME que se encuentra en problemas, y el CAPITAN del barco es el DIRECTIVO.
La similitud con el management es clarísima; cuando una crisis se prolonga en el tiempo, los responsables de las empresas encalladas tienden a caer en la desesperanza y en el desánimo, que en muchas ocasiones se traslada a toda la tripulación (toda la empresa).
A veces solamente los capitanes ven factible quedarse cruzados de brazos en espera de que pase la crisis, de que se retome la senda del crecimiento y que la época de bonanza vuelva, como efecto esperado a la superación de la crisis (despues de bajar la marea, luego vuelve a subir), por tanto, esperan a que la marea alta saque la empresa a flote, la desencalle.
El error de ese directivo es exactamente el mismo que el capitán que se "dedica a esperar", puesto que la creencia de que vuelva "la época de vacas gordas", en la cual volverá a facturarse con comodidad y los clientes comprarán sin preguntar y fluirán nuestros ingresos para hacer que las empresas salgan a flote, es una creencia, que según el Banco Mundial, o el Fondo Monetario Internacional, determinan que España saldrá de esta crisis en el 2013.
Lo primero que tiene que cuestionarse todo directivo de empresa es ¿quién tiene el control de la empresa? ¿quien puede influir en el mercado? Una compañía que no toma una actitud proactiva y que queda a merced del mercado, siempre estará zosobrando, recibirá ingresos ocasionalmente y luego el barco se volverá a encallar. Se moverá en la dirección que decida el mercado y estará a merced de influencias ajenas a su voluntad.
La actitud que debe tomar todo capitán que pretende no embarrancar, y no quiere esperar a que cambie la marea, es la de analizar el mercado y reposicionar "su plan de ruta", intentando concretar cual es el camino óptimo para salir de la crisis, concienciando y motivando a todo su equipo de trabajo, para alinear las fuerzas y canalizar todas las energías en objetivos certeros.
El capitán debe dar las órdenes oportunas para que se reacomoden los pertrechos de la despensa, para que aligeren el peso del barco, para reajustar las funciones y todo el personal se re-ubique y adapte a las necesidades actuales de la empresa. Todo ello ayudará a la flotabilidad. El empresario puede también "recolocar"al personal, aligerar lastre y preparar a todo el equipo para cuando se recobre la flotación. Uno de los aspectos que ha provocado esta crisis, es que muchas empresas se han tenido que reconvertir y han tenido que "modernizarse" puesto que estaban acomodadas en la filosofía de "recoger pedidos" y no se habían preocupado hasta ahora por vender, por ser proactivos, por generar demanda y por emprender acciones comerciales operativas (e-mailing, telemarketing, posicionamiento web, visitas comerciales, presentaciones en ferias, etc, ...) La época de bonanza uno de los aspectos que realmente ha provocado es que muchas empresas se habían mal acostumbrado, se habían acomodado a "no hacer", sino a ser "receptivos" de la demanda del mercado, cuando lo que ahora impera es ser PROACTIVO, NOVEDOSO y EMISOR.
El mercado necesita ALGO NUEVO y la marea sigue baja, por tanto, las circunstancias obligan a aligerar lastre, re-acomodar la tripulación y marcar una nueva ruta. El buen capitan es el que se aguanta al pie del timón, es el que comanda su nave con las cartas marinas y analiza con detalle la rentabilidad del esfuerzo de su tripulacion. Sólo los cobardes y las ratas son los que saltan primero !!!
Es muy probable que la marea cambie, pero no hay tiempo que esperar, puesto que la despensa se agota, el patrimonio empresarial no es indefinido y las responsabilidades del empresario si que son "FINITAS", por tanto, el capitan tiene que tomar decisiones y replantearse nuevos rumbos, nuevos mercados, nuevos clientes y nuevos retos.