En 1987, en Paris, el falsificador de documentos Simon Simonini, a sus 67 años, ha perdido la memoria. Para recuperarla reconstruye su vida escribiendo un diario. No sabe si padece una especie de doble personalidad en la figura del abate Dalla Piccola, quien a su vez va puntualizando en forma escrita la historia que va narrando Simonini. Una tercera voz, la del Narrador, interviene de vez en cuando intentando poner orden entre versiones contradictorias del abate y Simonini.
Si todo este juego de espejos y alusiones no fuera ya suficientemente complejo, los hechos narrados abarcan toda Europa a lo largo de decenas de años, explicando rocambolescas intrigas políticas y religiosas que pretenden revelar el complot universal judío de hacerse con el poder en el mundo. Carbonarios, servicios secretos, revoluciones románticas, la experiencia revolucionaria de la Comuna y el caso Dreyfus, los pogromos y la gestación de Los protocolos de los sabios de Sión, en todo toma parte el antipático Simonini bajo diversas identidades.
El libro es largo, aburrido, complicado y desagradable. Simonini adora el folletín, a Dumas y a Sue, pero no tiene ninguna de sus virtudes. Es un tipo misógino, glotón y anticristiano. Eco vierte a través de sus personajes todo tipo de observaciones ofensivas acerca de los judíos y de los cristianos. No es una décima parte de lo entretenido que es Dumas y, en cambio, recurre a todos los truquillos de best-seller más dignos de Dan Brown (sectas, ocultismo, masonería, satanismo, alucinaciones, experimentos científicos, todo sazonado de detalles groseros, blasfemias y vulgaridades).
Sorprende un despropósito así a estas alturas en una persona de cierto prestigio científico y que como narrador ha firmado, al menos, una novela si no sobresaliente al menos digna (El nombre de la rosa). Ni su fama, ni su lenguaje culto, ni la cuidada edición de Lumen, deben salvar del batacazo a esta nueva historia de Eco, pesada, torpe, provocadora y molesta.
5 | sobresaliente
4 | notable
3 | bien
2 | aprobado
1 | suspenso