Un día, el que juegas los cuartos de final del Mundial de Clubes, se te puede aparecer la Virgen. Otro, cuando debes medirte a un rival supuestamente fuerte en semifinales, pero vagos como ellos solos (ante el Atlético Mineiro), puede venir a visitarte el Espíritu Santo. Pero que ocurra un tercer milagro en menos de diez días sería digno de un estudio esotérico y más si tu rival es el Bayern. El Athletic Raja soñó, pero ahí se quedó, a las puertas de la gloria. Ya le puedes poner todo el enfásis posible en las gradas o llamar a todo un país para que te apoye; al final, esos tipos que visten de rojo que vienen de Múnich y que dirige Pep Guardiola,vuelan en el campo, juegan como quieren y te aplastan cuando aún no te has enterado que ha comenzado el partido.
Thiago (22’) le puso la samba al partido con un sensacional gol (el primero lo había logrado Dante un cuarto de hora antes). Y de ello debió tomar buena nota el seleccionador Del Bosque, presente en Marrakech. El internacional se salió. En el juego del Bayern es la burbuja chisposa que te pellizca el gesto cuando tomas un refresco con gas y se te va por el otro lado. Diferente, podría ser un buen adjetivo. Los 25 millones pagados al Barça en agosto serán pocos con el paso del tiempo, no lo duden. Con la confianza de Guardiola, Thiago se gusta, se siente importante, muchas veces lidera la presión y es la continuidad de Pep en el terreno de juego. En definitiva, tiene hambre de ganar, conquistar trofeos y hacerse un nombre en la historia.
El Bayern ganó el quinto título de la temporada (sólo perdió la Supercopa alemana ante el Dortmund) y Guardiola sigue construyendo su propia leyenda. Sabe que hasta hora heredó de Heynckes. A partir de enero toca escribir su página en el Allianz Arena. Veremos.