EL BESO
Una mañana poco ortodoxa. Te recuerdo galante bajando de aquel recién pulido auto negro. A mi memoria viene aquel detener de tiempo que el vaivén de tus caderas trae consigo.
Sin darme cuenta, mi corazón también se detuvo…
Decir que lucías radiante era poco. Eras de aquellas que sin maquillaje y con sencillez desbocaba mi arritmia. Una fiera vestida de mansa paloma… Un despilfarre de sensualidad disfrazado de Coneja.
Fiel a la costumbre fui presa de tus encantos.Víctima de tu polo blanco, de tu pantalón de tela suave. Ese mismo pantalón que reposaba en tus alpargatas color cielo lluvioso.
Estuve preso de tu cabello suelto, ese que se rebela cada que el peine escapa de tu mente. Fui sometido por esos nervios tuyos que me invitaban a seducirte, que me gritaban que te bese ahí, que no le permita a la vida un segundo más de libertad. Que me declare culpable y entre en penitencia.
Esa caricia a modo de “te extraño”, ese discurso eterno silenciado en la más básica de las expresiones de amor que el manual dicta, un beso. Un derroche de arrogancia en aquella danza tan sensual que solo nuestros labios se atreven a bailar.
Esa manera en la que nuestros latidos entran en sinfonía.
Y de postre, tu magia… Una sonrisa