Cómo pasa el tiempo; parece que fue ayer cuando a nuestra incansable Kayena se le ocurrió embarcarse en la aventura del bloguero invisible... Y todos los que participamos lo pasamos tan bien (a pesar de los nervios "escénicos", del estrés de que los libros no llegaran a tiempo, del misterio de averiguar quién sería nuestro bloguero invisible, de alguna que otra metedura de pata, ejem...), que cuando a finales de 2012 llegó la segunda convocatoria, yo no dudé ni un momento en apuntarme.
En esta ocasión decidí que iba a enviar un ejemplar de Assur, de Francisco Narla, del que os hablé en su día y que finalmente quedó en el primer puesto de mi lista de mejores lecturas del año pasado. Sigo manteniendo el contacto con Francisco, así que para darle una alegría le hablé sobre esta iniciativa y le dije que tenía pensado comprar otro ejemplar, esta vez para regalar a quien fuera a resultar mi bloguero invisible; y cuál fue mi sorpresa cuando él mismo se ofreció a pedir a la propia editorial uno para que ellos se encargaran de enviarlo a mi destinatario.
Hasta aquí todo perfecto; ahora sólo faltaba que se acercara el fin de diciembre para que cada uno supiera a quién tenía que enviar su libro. Unos días después recibí vía Facebook un mensaje de un tal Carlos Díaz Domínguez diciendo algo así como "espero que te guste Lágrimas sobre Gibraltar"... Como a veces los autores se ponen en contacto a través de las redes sociales para ofrecer sus libros, pensé que sería el caso; pero cuando le dije a Carlos que no había tenido el placer de leer esa novela, me dijo que él era su autor y que no sabía si la leería o no, pero lo que sí era seguro es que la tendría porque se había apuntado al bloguero invisible y me iba a enviar un ejemplar. ¡Bien! Entonces ya estaba claro que recibiría otro libro más, pero aún no sabía quién sería el remitente...
Y por fin la misma semana de Reyes (con buena puntería total) recibimos el otro ejemplar misterioso. En este caso fue La canción de los misioneros, de John Le Carré, del cual además hace siglos que no leo nada y este libro ni lo conocía, así que me vendrá genial retomarlo. La persona que lo envió hizo en este caso honor a su rango de bloguero invisible, ya que no la conocía de nada; se trataba de Lau, del blog Historia de un caracol, que envió el libro acompañado de un marcapáginas y una postal con dedicatoria incluida.
A todo esto, mi ataque de emoción fue indescriptible cuando recibí un mensaje de Kayena en el que me decía que la persona a la que me tocaba enviar mi libro era mi queridísima Yolanda; ya le dije a Kayena que leí su mensaje en el autobús y me tuve que aguantar las ganas de ponerme a saltar de alegría allí mismo... Aunque por otro lado hubo unos días en los que mi estrés iba en aumento porque el pobre Francisco andaba liadísimo y me dijo que intentaría enviar el ejemplar de Assur hacia el día 3 de enero; horror y terror, porque pensé que no llegaría a tiempo. Y claro, no le podía decir nada a Yolanda para no despertar sospechas... Total, que el día en que por fin publicó en su muro de Facebook que había recibido su libro, pude respirar tranquila; eso sí, me amenazó con darme un achuchón que me saltarían los ojos de las órbitas, así que ya os contaré si sobrevivo a mañana, que precisamente nos vamos a ver.
Sólo me queda dar las gracias a Kayena, a Francisco, a Carlos, a Lau... Y por supuesto a todos los que os habéis animado a apuntaros a esta preciosa iniciativa, porque sin vosotros no habría sido posible disfrutar de ella de nuevo.
¡¡¡GRACIAS!!!