Revista Economía

El bluff neymar

Publicado el 03 septiembre 2019 por Joseluisortin

De engañabobos hacia arriba. El PSG para revalorizar a un jugador que alguna vez fue futbolista grande y se les ha quedado en cantamañanas. El Barça por tapar decepciones y runrunes catastrofistas, y para simular que atienden los deseos de Messi, que son órdenes porque es la verdadera autoridad, aun sabiendo que carecen de argumentos contantes para conseguir su fichaje. El Madrid por estrategia anticuléy por antigua querencia florentiniana, y para marear a sus forofos y diluir su nefasta gestión deportiva, además de poner sordina a los ridículos con Pogba, Bale, James y hasta con un Keylorcansado de tanto desprecio. Y el propio brasileño para tapar sus risibles vergüenzas, aparte de añorar, como es lógico, a colegas y a un club que superan en mucho a lo que tiene en París. Pero salvo el propio jugador, ninguno de los otros actores va de verdad; todos juegan de farol usando a sus mosquitos trompeteros sabiendo la defectuosa mercancía que mercadean.

Al milloneti qatarí lo engañaron con la vieja estafa futbolera de que tirando de talonario se hace un equipo campeón, y ahora trata de ganar peso en el panorama europeo fichando futbolistas de menos nombre y más regularidad. Pero también sabe que si sonara la flauta con un Neymarrevalorizado, los medianos que incorpore pueden hacerle subir el escalón que le falta, siempre que Mbappé y el cuentista carioca, si todavía puede, tiraran del carro. Y en el peor de los casos, diciembre puede abrir la puerta a recuperar su ruinosa inversión si a Barça o Madrid se les nublara el horizonte avanzado el otoño. Entonces irían con lo que tienen y no tienen a conseguir lo que antes de septiembre no cuajaron. De momento, con su aparente desinterés vendedor, ha conseguido relanzar a un futbolista en entredicho. El Barça ha empezado la temporada con demasiadas dudas para un campeón de liga, y de ocho ligas de once, manteniendo la base del éxito con buenos refuerzos, aunque tengan un año más y sus máximas figuras anden renqueantes por inoportunas lesiones. Messi, como ejemplo paradigmático, además, tiene cautivo a Bartomeu y quiere imponerse en cuestiones que no son de su incumbencia: ningunear a Griezmann y exigir a su cuate Neymar por aquello de ganar otra Champions antes de su ocaso; su oscura obsesión. Es absurdo pensar que con el díscolo brasileño no hubiera ocurrido lo de Roma y Liverpool. Florentino Pérez sabe que está ante una temporada crucial para su reinado absolutista, y aunque en Balaidos arrancó el motor, que bien pudo griparse antes de los sorpresivos buenos minutos del equipo tras quedarse con diez — ante el Valladolid tomaron tierra—, trata de cebar la bomba de la ilusión de sus fieles con Neymar, aun siendo consciente del peligro que supondría en un vestuario a punto de ebullición porque el equipo no da para más y donde falta harina todo es mohína. Haría bien, a falta de goleadores contrastados –su gran déficit en dieciséis años fichando– y a pesar de la negativa del tozudo Zidane, en fichar a un par de centrocampistas de tanta clase como brega que aporten piernas, pulmones, hambre y goles. Van de Beeky el portugués Fernandes podrían serlo porque aseguran individualmente quince dianas por año. Eso sí, habría que encajarlos en un once sujeto a una nomenclatura de galones que arrastra años, lentitud y desgana por igual. Kroos, Modric e Isco no son los interiores que pueden guiar a los blancos a reverdecer laureles europeos y recuperar presencia determinante en liga. Mientras, sigue sonando la canción Neymar del verano. Un bluff en toda regla porque, además, nadie asegura que su pie cristalino esté para los cincuenta partidos que debería afrontar a todo tren en dos equipos como el Barça y el Madrid obligados a ganarlo todo. Sería un gran futbolista estando en plenitud física y anímica, pero tiene demasiadas caparras adheridas. Unas externas, su entorno, y otras propias: su disoluta psiquis, una deslealtad recurrente y unas piernas con tantas debilidades como cualidades. Si a todo ello le unimos que su costo en España, fichaje aparte, sería de setenta millones de euros por temporada, acabaremos el retrato del bluff que titulamos, por mucho dinero que pudiera generar en publicidad y similares. Neymar no va a salir del PSG ahora, pero nadie le quitará ya su estrellato veraniego de 2019. Y cuando suceda, que lamentablemente sucederá, la prensa deportiva se frotará las manos con titulares escandalosos a mansalva.     


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