por Julen Alonso
Luces y sombras para El Barco: Rumbo a lo Desconocido de Antena 3
Una vez más las audiencias no responden a un nuevo reality de Antena 3, y es que es de sobra conocido que la cadena nunca ha tenido suerte con sus realities como por ejemplo el tostonazo de El Bus o Unanimous (programa injustamente tratado por la audiencia). El Barco Rumbo a los Desconocido llegó a duras penas al millón de espectadores sin llegar al 8 % de dhare en una noche en la que Españoles por el Mundo lideró el prime time del martes. Realmente, el nuevo show de Antena 3 no es del todo desechable pero es notable que la cadena de Hispania no ha tenido demasiada fe en su nuevo estreno.
El Barco quería aprovechar el tirón que ha tenido la serie del mismo nombre que ha arrasado esta temporada. Sin embargo, nada más ver cinco minutos vemos que nada tiene que ver con la serie de los responsables de El Internado. El programa no es en directo y ya está totalmente grabado, además no tenemos ni plató ni galas. Se nos presenta a modo de documental al estilo de Hermano Mayor o El Campamento donde los concursantes tendrán que hacer frente a las duras pruebas que los oficiales de El Barco les propondrán. La mecánica es similar a cualquier otro programa de esta índole, perder pruebas implica perder privilegios y por lo tanto hacer frente a las nominaciones y a una posible expulsión del programa.
Lo que más me agradó fue el perfil de los concursantes, y no porque Antena 3 se sacase de la chistera a nuevos personajillos que en un futuro puedan colapsar la televisión, sino porque absolutamente todos eran tan normales como el común de los mortales. De hecho, cada uno de ellos tenían en común que se encontraban en una situación delicada respecto a sus vidas y encontraban en el reality un viaducto de escape, lo cual daba bastante humanidad al formato. Evidentemente, al principio vimos como todo era buen rollo, pero tan solo dividiendo el grupo en dos equipos y enfrentándolos con las nominaciones en juego, ya es suficiente para que pudiéramos ver los primeros roces entre los concursantes.
Sin duda, los responsables de El Barco no se anduvieron con tonterías, ya que nada más comenzar el viaje a los desconocido obligaron a todos los concursantes a saltar del barco y mantenerse a flote en medio de la nada durante una hora para después volver al barco a nado. Las pruebas son uno de los mayores alicientes del reality, ya que se muestran duras y en este sentido El Barco promete llevar al límite a cada uno de los concursantes. Proclamarse vencedor implica tener privilegios como oficial, mientras que los derrotados son obligados a ejercer de humildes marineros haciéndose cargo del menú de los oficiales, de la limpieza del barco y durmiendo en un camarote de cinco metros cuadrados.
Lamentablemente, se nota que en Antena 3 no han apostado fuertemente por El Barco Rumbo a lo Desconocido. El hecho de la ausencia de galas y la inexistencia de un presentador que lleve los tiempos del concurso pesa mucho sobre el reality ya que no son pocos los momentos en los que el ritmo se hace demasiado denso. De hecho, se echa de menos la existencia de al menos una “voz en off” que nos vaya comentado el mecanismo del concurso, ya que en vez de eso nos encontramos con constantes rótulos que no hacen sino que marear al espectador.
Evidentemente, de haber hecho el reality por todo lo alto supondría un fiasco de los grandes a diferencia de tenerlo ya grabado y poder recolocarlo en caso de fracaso en Neox o Nova. El Barco Rumbo a lo Desconocido no es un mal programa, seguramente encaja más en el perfil de El conquistador del fin del mundo (Eitb2) que en Supervivientes o Gran Hermano, sin embargo, anda falto de y sobre todo convicción, además desde el primer minuto se nota que no es un formato demasiado comercial. No obstante, si te gusta ver como los concursantes las pasan canutas y como éstos tienen que lidiar con la convivencia dentro del barco lejos de cualquier escándalos más propios de la cadena amiga, entonces disfrutaras con la aventura que Antena 3 te propone, aunque todo hace indicar que está condenada al olvido.