Revista Viajes

El bolardo diabólicoA esa hora se debería impedir el tráf...

Por Franyepes

 El bolardo diabólico

A esa hora se debería impedir el tráfico hacia el centro de la población. El bolardo diabólico emergió, como estaba programado, a las ocho de la tarde, y perforó al tractor que circulaba en ese preciso momento hacia la plaza Mayor. Las tripas del vehículo emitieron un quejido herrumbroso y esparcieron un torrente aceitoso durante cientos de metros. Los curiosos transeúntes, alarmados por el estruendo, se congregaron alrededor del lugar del accidente. Los murmullos y especulaciones llenaban el aire mientras intentaban entender qué había salido mal. "El semáforo no estaba coordinado con el bolardo y los sensores fallaron," decía uno, señalando al bolardo ahora teñido de aceite y metal. "No detectaron el tractor a tiempo, estos sistemas automáticos son una ruina'", opinaba otro. "Un ser humano nunca habría dejado que esto pasara." El caso abrió un debate acalorado en el ayuntamiento, donde los funcionarios y ciudadanos discutían sobre la fiabilidad de los mecanismos automáticos. El alcalde, visiblemente consternado, convocó una reunión de emergencia para revisar los protocolos de seguridad. "Esto no puede volver a suceder", afirmó con firmeza. 

¿Es más seguro confiar en una máquina o en un operador humano? El daño pudo evitarse con un manejo manual. Los expertos en inteligencia artificial defendieron la tecnología, argumentando que los sistemas se diseñaban para reducir errores humanos. Sin embargo, los opositores sostenían que la falta de supervisión humana directa había llevado a este desastre. Mientras tanto, en la plaza, el tractor permanecía como un recordatorio silencioso del fallo tecnológico. Los niños, ajenos a la seriedad del debate, jugaban alrededor del vehículo inerte, sus risas contrastaban con la atmósfera tensa de los adultos. Al final, la comunidad decidió implementar un sistema híbrido, donde la tecnología sería supervisada constantemente por operadores humanos.


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