Revista Cultura y Ocio

El bosque de Drostán

Publicado el 21 julio 2019 por Beitavg

El bosque de Drostán

Antes de abrir la puerta del palacio, Drostán respiró profundo. Apenas había salido el sol cuando el temblor de las empedradas calles confirmó al Rey sus peores temores, no quedaba esperanza para su pueblo. Dejó atrás el edificio y recorrió los pocos metros que distaban de la muralla, en un monarca no cabía miedo, si su pueblo caía en manos bárbaras, él caería también.

Los soldados, acodados entre las almenas, flanquearon al soberano, con sus tensos arcos prestos a devolver el ataque. Con un breve gesto, Drostán mandó bajar las armas; el enemigo avanzaba inmisericorde entre las huertas que bordeaban la fortaleza tras días bloqueando la entrada de alimentos y de agua a la ciudad. El General Negro se detuvo a las puertas de la muralla blandiendo su espada y reclamando entre gritos guturales la rendición inmediata de la ciudad.

Rendirse y morir; luchar y morir. Al Rey Drostán sólo le quedaba encomendarse a Dios y rezar por un final rápido para sus súbditos.

Volvió a temblar el suelo a la voz del General. Los soldados negros se dispusieron para el ataque y, sin embargo, sus pies no lograron moverse. Millares de raíces brotaban del suelo enredándose en las piernas del aterrado ejército negro y retorciendo sus cuerpos como rugosos y marrones troncos. Exhalaron un grito mientras, de sus melenas, germinaban verdes hojas y una fina lluvia comenzaba a caer sobre la repentina arboleda.

Drostán se arrodilló, mirando al cielo y agradeciendo el milagro del bosque.

El bosque de Drostán

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