Protagonizada por Natalie Dormer, una de las actrices de moda gracias a sus papeles en la serie Juego de Tronos y en la saga Los Juegos Del Hambre, y Taylor Kinney, conocido sobre todo por su papel en la serie Chicago Fire, la película toma como punto de partida una de las muchas e interesantísimas leyendas de terror japonesas que tanto gustan de versionar los estudios norteamericanos.
Como suele suceder, todos los reclamos del mundo son insuficientes sin una buena historia sobre la que trabajar, así el resultado es un producto pobre, falto de tensión y de espítitu (menuda ironía) que ni Dormer, que se esfuerza con su doble papel, consigue levantar.