Revista Deportes
La tarde había empezado bien, sorprendentemente bien, en Mestalla. Tras el penalti correspondiente al octavo comodín de la temporada(ese penalti no se lo pitan a nadie más no solo en España sino en Europa) el Valencia remontaba en una segunda parte llena de pundonor y de garra, y nos ponía "a huevo" el liderato.
Pero a Luis Enrique le apetecía mantenerse agazapado y decidió no poner ni a Alves, ni a Piqué, ni a Rakitic y sobre todo dejar en el banquillo a Neymar y a Messi, lo cual es como decirle a los rivales que no estgamos demasiado interesados en los puntos.
Un gol en propia puerta en un partido destinado al 0-0 les dio la victoria a los donostiarras cuyo portero(con carita de niño) apenas intervino en un par de ocasiones.
Fue el triunfo del esfuerzo ante la desidia, el triunfo del débil ante el absurdo, de la ilusión ante el pasotismo, la victoria de un equipo bien plantado y justito ante un rival que no sabe ni a qué juega, ni cómo se juega y lo que es peor, aburre a rivales y propios.
El partido pudo haber durado hora y media más y posiblemente seguiríamos haciendo la misma crónica. La de un equipo desquiciado, que no es capaz de recordar cómo se jugaba a esto, con 20 alineaciones diferentes, con un carrusel de cambios semanales que desconciertan a la plantilla y que están hundiendo en la mediocridad a todos.
Luis Enrique parece jugar a hacer futbol de autor, como esos cocineros que mezclan los sabores para cobrarnos 100 euros por una comida de la que al acabar nos quedan sabores extraños y sobre todo nos queda hambre que hemos de saciar con un bocadillo de tortilla.
El entrenador azulgrana un día inventa un sistema y si funciona lo cambia, pone a Xavi ante defensas cerradas y quita a Rakitic que es de los pocos que dispara desde lejos, cuando se juega la liga deja a Messi en el banquillo y cuando hay descanso hace rotaciones.
Y el Barça vaga, como aquellos personajes en busca de un autor, esperando que alguien les de un papel en la obra, sin encontrar el sitio, y sin saber si subir o bajar, si correr o frenar, en un descontrol absoluto.
De los árbitros es mejor no hablar. En Valencia uno se disfrazó de Teixeira y señaló el penalti de cada semana(hasta Ramos si los lanzara aspiraría al pichichi con estos arbitrajes) y en Anoeta hubo dos a favor del Barça muy claros pero el árbitro era madrileño(supongo que también madridista) y ha de velar por su futuro.
Hoy nos sorprenden con el cese(buscado) de Zubi, tal vez la única noticia buena de la semana. Su ataque a Bartomeu de ayer era un grito de "cesadme de una vez" que el presidente escuchó.
Una plantilla desequilibrada, fichajes increibles, y torpeza en las decisiones que han llevado a un club de ser el orgullo de todos a ser ese equipo que aburre a todos, de levantarnos de los asientos emocionados a levantarnos para buscar el mando y cambiar de canal, de caersenos la baba por el espectáculo a dormirnos frente al televisor y a Messi replanteándose su futuro.
¿ Luis Enrique será el siguiente?