El caso de dos profesores de la Universidad de las Islas Baleares que comercializaban un fármaco que según ellos curaba los tumores cancerosos cuando ni estaba homologado ni era eficaz ha causado un revuelo considerable, pero estaba absolutamente garantizado que tarde o temprano iba a ocurrir algo así.
Tenemos una Administración Pública desastrosa e ineficaz al máximo, dirigida por unos gobernantes que solo se preocupan de defender sus intereses, los de su partido y sobre todo los de sus jefes, mientras los ciudadanos somos algo que está por ahí tirado que de vez en cuando votamos y pagamos impuestos, pero cuya defensa e intereses les traen absolutamente sin cuidado. Por esta razón en este país nacen y crecen rápidamente barbaridades como la invasión de manteros o las mafias que ocupan pisos para realquilarlos sin que nadie mueva un dedo en favor de los ciudadanos perjudicados hasta que el problema ya es más viejo que Matusalén u ocurre una desgracia o un hecho escandaloso.
Hace mucho tiempo que curanderos y brujos de la tribu se anuncian en internet y en los medios. Solo hace falta pasarse unos minutos paseándose por Facebook para comprobar que la medicina del brujo de la tribu se vende a tres niveles, de menos frecuente a más numeroso. Primero los que se autodenominan doctores que ofrecen tratamientos fuera de la medicina profesional que lo curan todo en muy poco tiempo, segundo otros que también se autodenominan doctores o los mismos del primer grupo que despotrican a fondo de la medicina seria y de algunos fármacos, vacunas, etc. Homeprazol, el protector estomacal, es la gran estrella. Cuando uno de estos curanderos destroza un fármaco a veces ponen ejemplos sin aclarar las circunstancias en que ocurrieron, porque en un país en que se abusa de la automedicación los fármacos pueden llegar a ser contraproducentes cuando se toman sin prescripción médica, y precisamente el Homeprazol es un buen ejemplo de ello.
Una vez destrozados los medicamentos que han sido homologados después de un largo y consistente período de test y pruebas, aparece el tercer elemento: los fármacos milagrosos que sin control, pruebas ni homologación curan una larga lista de dolencias porque lo dice un señor que sabe mucho de todo.
Este panorama desolador y deprimente para cualquiera que tenga dos dedos de frente lleva años funcionando y ganando adeptos para el brujo de la tribu, sin que nadie haya movido un dedo para evitar las tomaduras de pelo y las estafas a muchos ciudadanos, aunque es probable que la desastrosa Administración Pública ahora haga algo gracias al escándalo de la Universidad Balear y a que la Organización Médica Colegial (OMC) va a trasladar a la Fiscalía General del Estado, al Defensor del Pueblo y a los ministerios de Sanidad y de Educación una relación documentada de alrededor de 90 páginas web que la OMC califica como seudociencias, seudoterapias, intrusismo y “sectas sanitarias” como la nueva medicina germánica y la bioneuroemoción.
No tengo muchas esperanzas de que nuestra ineficaz Administración haga algo más que un Decreto-Ley prohibiendo algo que resultará inútil.