El budismo según Harris... y quizá también Einstein
Publicado el 01 mayo 2011 por Hugo
La religión del futuro será una religión cósmica. Deberá trascender la idea de un Dios que existe como persona y evitar el dogma y la teología. Abarcando tanto lo natural como lo espiritual, deberá fundarse en un sentido religioso nacido de la experiencia de todas las cosas, naturales y espirituales, consideradas un conjunto con sentido. El Budismo corresponde a esta descripción. Si existe una religión que podría estar en concordancia con los imperativos de la ciencia moderna, esa religión es el Budismo.
¿Albert Einstein?
Las enseñanzas esotéricas del budismo (por ejemplo, las enseñanzas Dzogchen del Vajrasattva) y el hinduísmo (por ejemplo, las enseñanzas del Advaita Vedanta), así como muchos años de practicar varias técnicas de meditación, han contribuido mucho a definir mi visión de nuestras posibilidades espirituales. Aunque estas tradiciones no ofrecen una perspectiva unificada de la naturaleza de la mente o de los principios de la vida espiritual, no hay duda de que representan el esfuerzo más comprometido que los seres humanos han realizado para comprender estas cosas mediante la introspección. El budismo en particular, se ha vuelto notablemente sofisticado. Ninguna otra tradición ha desarrollado tantos métodos mediante los cuales la mente humana puede convertirse en una herramienta capaz de transformarse a sí misma. Los lectores atentos se habrán dado cuenta de que he sido muy duro con las religiones que se sustentan en la fe -judaísmo, cristianismo, islamismo, incluso el hinduismo- y que no he dicho mucho que sea derogatorio del budismo. No es por accidente. Aunque el budismo también ha sido fuente de ignorancia y violencia ocasionales, no es una religión basada en la fe, ni siquiera una religión en el sentido occidental. Hay millones de budistas que no parecen saberlo y podemos encontrarlos en templos por todo el sudeste asiático, incluso en Occidente, rezando a Buda como si fuera una numinosa encarnación de Papá Noel. A pesar de esta tradición distorsionada, sigue siendo cierto que las enseñanzas esotéricas del budismo ofrecen la metodología más completa de que disponemos para descubrir la intrínseca libertad de la consciencia, liberada de todo dogma. No es exagerado decir que los encuentros entre el Dalai Lama y los eclesiásticos cristianos para honrar mutuamente sus tradiciones religiosas, son como encuentros entre físicos de Cambridge y bosquimanos del Kalahari para honrar mutuamente sus respectivas comprensiones sobre el Universo físico. Esto no quiere decir que los budistas tibetanos no se apunten a ciertos dogmas (los físicos también) o que los bosquimanos no puedan tener alguna concepción del átomo. (...) Aunque hay mucho en el budismo que no pretendo comprender -además de contener mucho que me parece profundamente inverosímil-, sería intelectualmente deshonesto no reconocer su preeminencia como sistema de instrucción espiritual.
Sam Harris,
El fin de la fe, Paradigma, Madrid, 2007, pág. 294.