“Todo el cine es político”, declaraba el director y guionista Fernando León de Aranoa en su encuentro con los jóvenes artistas de la Escuela Universitaria de Artes TAI. Y no cabe duda que esta máxima está presente en su cinematografía desde sus inicios con Familia, una comedia de enredos con más enjundia de la que su envoltorio humorístico hacía pensar. El sentido del humor siempre ha sido una constante en el cine de Aranoa, ya fuese en el contexto de un grupo de parados, en la recuperación de un cadáver en un pozo o en la historia del patrón de una empresa de balanzas. El buen patrón recupera al Aranoa juguetón y mordaz, con la ayuda de Javier Bardem y un séquito de primer nivel.
El buen patrón afronta el día a día de un empresario propietario de una empresa de balanzas. Julio Blanco se enfrentará a algún que otro empleado inepto y desorientado, una becaria con algún secreto, una visita institucional y un empleado al que ha despedido que hace más ruido del deseable. León de Aranoa pone las cartas sobre la mesa desde el inicio y deja claro que detrás de las peripecias cómicas e incómodas, existe una podredumbre moral de las que duelen. Al igual que dolían las anécdotas de los trabajadores en paro de Los lunes al sol, aquí duele la hipocresía que tan altaneramente expresa Blanco a la hora de presumir que es un hombre hecho a sí mismo.
El buen patrón se agarra al rostro ubicuo de Javier Bardem sin perder en ningún momento su punto de vista, en un ejercicio de disciplina de guion verdaderamente loable. Vemos sus reacciones y sus decisiones (a veces en primer plano, a veces en un muy interesante off que aporta intriga a la trama). De ahí que en la película el papel de los personajes femeninos quede aparentemente desdibujado. Es la mirada de Blanco la que nos guía y su mirada es machista, heteropatriarcal, y por tanto es lo que se nos muestra. Para él, las mujeres (su esposa, su secretaria, su becaria) son meros instrumentos para conseguir sus objetvios. Pero el trabajo de Bardem viene convenientemente apoyado por primeras espadas como Manolo Solo y Celso Bugallo, o la joven Almudena Amor (a la que veremos en enero protagonizando La abuela de Paco Plaza).
El compromiso político de León de Aranoa está claro y no hay duda de parte de quién está. Pero esto no debe alejar a nadie de la excelente película que es El buen patrón. Parte de nuestro compromiso ciudadano radica en incluso ver películas con las que puede que no estemos de acuerdo, pero esto no hace más ampliar nuestro campo de visión.
Que todo, hasta el cine, sea político es algo que no debería asustar a nadie a estas alturas. Y debemos estar orgullosos que en estos momentos tengamos en cartelera películas como Maixabel o Madres paralelas que se enfrentan a la realidad de cara, ofreciendo puntos de vistas para que el espectador forme el suyo propio, pero sin caer en la falacia de la equidistancia. En la película de Almodóvar el personaje de Aitana Sánchez-Gijón declara “yo soy apolítica, tengo que caerle bien a todo el mundo”. Por fortuna, ni León de Aranoa, ni Almodóvar, ni Bollaín están ahí.
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