El Búho y el Zorro filosofaban sobre la importancia del avance
de la ciencia para la evolución no sólo del mundo en sí, sino también en
la naturaleza del hombre. Discutían sobre cómo la ciencia intentaba dar
por tierra con los dogmas religiosos.
El Búho sostenía que la evolución de la ciencia había logrado que el
hombre perdiera su esencia, mientras que el zorro aseguraba que la
ciencia le había dado más armas al hombre para sobrevivir a las
mentiras.
Y así, pasaron años y años intentando convencerse el uno al otro de que
cada cuál tenía la razón. Mientras tanto, el resto de la selva esperaba
atenta; ansiosa de tomar algunas de las dos verdades como valida.
Cierto día pasaba por ahí un Ganso (un animal al que jamás a ningún otro
animal de la selva se le hubiera ocurrido preguntarle sobre tamaño
tema), y el Ganso ya cansado de escuchar la discusión se acercó y les
dijo que lo más sensato era buscar algún puente mediador que intentara
explicar y congeniar ambas teorías en algún punto, y les recomendó que
leyeran sobre filosofía. Todos los animales de la Selva quedaron
maravillados con la afirmación del Ganso y, desde ése momento, se
transformó en el animal más sabio de la selva.
La moraleja de esta historia es: La verdad absoluta no existe y esto es
absolutamente cierto, o bien… en un mundo de absolutistas hasta el más
ganso puede filosofar.
Fuente: http://www.yaeshoy.com.ar/yeh/2010/01/libro-i/
http://www.filosofiaymas.com