Revista Opinión
Gonzalo Anes, director de la R. A. de la Historia, la institución que publica su “Diccionario Biográfico” en el que se dice que Franco no fue un dictador. La Academia se responsabiliza de su edición pero, de creer a Anes, la labor de la academia se reduce a las comas y acentos.
Miccionario del mundo de la lengua.
Transcribimos literalmente el blog del jueves pasado de Antonio Piera (malablancayenbotella) que lleva por título “El búnker” y a cuyo texto me adhiero palabra por palabra. Recomendamos igualmente leer el del miércoles, 1 de junio, titulado: “De vergüenza”.
“Una cosa es hablar de algunas biografías inexactas o rotundamente tendenciosas y otra muy diferente comprobar día a día que desde ese supuestamente histórico diccionario biográfico se llama enemigo al ejército republicano o terroristas y bandoleros a los maquis, o se publican panegíricos desmesurados de militarotes rebeldes y fascistas como Camilo Alonso Vega (luego Camulo) del que se llegan a escribir logros del tipo: "El 19 de mayo desfiló por el paseo de la Castellana, ante el jefe del Estado y generalísimo de los ejércitos..." o Asensio Cabanillas (‘... tomó parte, según reza hoja de servicios en el Glorioso Alzamiento Militar, Salvador de la Patria...’ en este tono propagandístico de los libros franquistas llamados de ‘Formación del Espíritu Nacional’ con los que nos machacaban en la posguerra.
”Pero que, en una democracia supuestamente asentada, un partido que se proclama socialista esté financiando con dinero público no ya un diccionario (Miccionario, insisto) que se vende a 3.500 euros (es decir, para bibliotecas y ricos), sino un Centro de Estudios Biográficos pagado desde el ‘plan AVANZA’ del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio que se propone, a través de su base de datos y en palabras de su propia web, ‘crear una red cultural y social en torno a contenidos de tipo histórico-biográfico’, es decir, constituirse en el departamento cibernético de agit-pro del tardofranquismo gracias a la pasta del Ministerio socialista, es algo que me niego de plano a aceptar. Por ahí no paso.
”Pero, ¿quienes son, quién les apoya, cómo se financia esta Academia propagandista del franquismo? Vayamos a su organigrama: bajo la presidencia honorífica de la reina Sofía, treinta y cinco académicos numerarios presididos por un decano son los principales responsables del desaguisado, por acción u omisión, con el apoyo de otros 370 académicos Correspondientes distribuidos por la piel de toro. Extraña encontrarse en este auténtico bunker, trufados entre las mejores esencias de la nobleza, el curato y los ejércitos (a título glorioso), nombres de trayectoria supuestamente dispar como Carmen Iglesias, que es una de las dos únicas mujeres del reducto, o Luis Alberto de Cuenca. Ya están tardando ambos en renunciar a su prebenda si no quieren ser recordados como colaboradores necesarios de esta patraña de tan inmenso calado.
”Sufragan los gastos de esta academia, además de subvenciones varias como la de Aznar a través de Aguirre para la elaboración de este Miccionario que denunciábamos ayer, el Ministerio de Educación de Gabaldón, del que depende, con la ayuda inestimable del Ministerio de Industria para su expansión y propaganda directa vía web: el gobierno socialista en socorro del búnker tardofranquista financiando, además, su capacidad de contaminación entre el pueblo llano. Si ayer hablábamos de vergüenza, hoy son el asco y el vómito lo que trepa persistente hasta mis labio
”Existen además, ¡cómo olvidarse de ellos!, una panoplia de lo que la propia Academia denomina sus benefactores (amiguitos del alma), que supongo contribuyen con sus bien ganados dineros del beneficio de la crisis a la mayor gloria del búnker y sus mensajes contaminantes. Se trata de El Corte Inglés (a través de la Fundación Ramón Areces), la Mutua Madrileña de Seguros, Telefónica, Mapfre, Iberdrola y tal, cuya relación completa podréis encontrar en la página web del engendro.
”Sugiero que les hagamos llegar nuestro rechazo por su obra y por la propia configuración de sus componentes que la ha hecho posible, enviándoles correos con nuestras opiniones a [email protected]. El Miccionario debe ser retirado de la circulación. La Academia de la Historia, depurada de franquistas. Los autores concretos de las entradas contaminantes y los responsables que han aceptado y aprobado sus contribuciones deben ser cesados de inmediato y expulsados de la Academia por su tendenciosidad y falta absoluta de rigor histórico, lo que les incapacita de pleno para sentarse en los sillones de la institución, que por vergüenza torera debería disolver su actual composición por la responsabilidad subsidiaria de todos sus miembros. Los ministerios, congelar sus aportaciones al búnker hasta que desaparezcan los usos fraudulentos a los que se destinan sus aportaciones dinerarias, que son nuestras, y controlar al detalle el uso que se ha hecho de ellas hasta ahora.
”Lo que hagan la reina o los benefactores me da igual. Ya sé dónde no comprar..., y voy a migrar el seguro del coche".
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