El tema del burka en las escuelas españolas es un tema recurrente; aparece cada cierto tiempo. Da la sensación de que es uno de esos asuntos que a nadie conviene resolver definitivamente, por tener la capacidad de generar un debate entre las ideologías: la izquierda lo usará para aparentar una actitud de tolerancia, la derecha para aparentar que vela por los valores tradicionales. O al contrario: aquí de lo que se trata es de generar debate estéril, como aquel que habla de los goles de Messi o de los resultados deportivos. Y ahí es donde voy yo: ¿qué importancia relativa puede tener un tema como el del burka, en un sistema educativo como el español, que hace aguas por todos lados y que amenaza con el hundimiento inminente, como no se tomen medidas rápidas? Mi opinión es que ninguna, o muy poca. Porque, tal vez ya puestos, habría que debatir sobre si habría que permitir que las hijas de Zapatero acudieran a clase de esta guisa, o sobre si es adecuado que las niñas y los niños luzcan piercings, tatuajes, o bisutería fina, o si deben asistir a clase uniformados, o si puede resultar humillante o inapropiado que vistan modelos de Agata Ruiz de la Prada, previendo las secuelas psicológicas que tal cosa puede llegar a provocar en su desarrollo como personas. Pero…¿realmente esos son los temas que habría que discutir en lo referente al sistema educativo español? ¿Son esos los temas que deberían acaparar las portadas de los periódicos? La respuesta es que esos temas tienen la misma importancia para el español de a pie que la parrilla de salida del Gran Premio de España de Fórmula 1, o que la clasificación de 1ª división, o que las correrías de Belén Estéban. Y sin embargo, ahí están en las portadas de los periódicos y las revistas, en las conversaciones de los bares, en radio, televisión e Internet, hasta la saciedad y la nausea para los que ni nos van ni nos vienen esos temas.
¿Tenemos lo que nos dan o lo que nos merecemos?