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El busto del emperador

Publicado el 23 septiembre 2011 por Icíar
Escritor: Joseph Roth
El busto del emperador
Antes de la I Guerra Mundial, el Imperio Austro-Húngaro estaba integrado por un abanico de naciones. Concretamente estaban aglutinados bajo la misma corona, 13 países actuales europeos, o partes de los mismos, como la región de Galitzia, lugar de nacimiento del escritor, y escenario de este relato corto, que si bien ahora es polaca, antes de eso fue austríaca.
Estas pocas páginas es el lamento de un noble: el conde de Morstin, que representa la parte de la sociedad que vivió estos cambios y la nueva ordenación del mundo, con desgarro y un sentimiento de gran pérdida. Resulta interesante este testimonio. Y todo ello escrito con la calidad literaria que un buen escritor es capaz de hacerte disfrutar.
Se habla de la cuestión de las nacionalidades. Del sentimiento de pérdida por ese desmembramiento, porque para el conde, este imperio austríaco, como una representación de un mundo en miniatura, permitía viajar dentro de un mismo país, y disfrutar al mismo tiempo de la variedad de lenguas, costumbres, y vestimentas que aporta un mundo completo. Era para él, “la patria de los eternos caminantes”, ahora ya no austríacos, sino o bien polacos, serbios, húngaros, checos, bosnios, italianos, etc.
Además del lamento de esta pérdida de una “patria caleidoscópica”, está el lamento de un cambio de pensamiento que se impone, que para algunos fue la pérdida en la fe en las jerarquías que se transmitían de padres a hijos, o la fe ciega, casi divina, en la figura del emperador.
Si en “El triunfo de la belleza”, la mujer es dibujada llena de verrugas. En “El busto del emperador”, también se observa una crítica unilateral al hombre “moderno” que ha tomado las riendas en una nueva ordenación del mundo. Dice del hombre moderno que administra “la herencia del mundo de ayer, para que unos cuantos años más tarde, sean a su vez traspasados con intereses a otros herederos todavía más modernos y fatídicos” (en tono de broma digo, que ¡esos ya somos nosotros!. Si viera ahora a Europa hasta el cuello de deudas .... )
Pero, esta unilateralidad en el pensamiento también resulta enriquecedor, para entender el funcionamiento del cerebro y del pensamiento de un determinado conjunto, que sin dejar de tener su razón, también puede no tenerla en absoluto, porque no dejan de ser pensamientos, muy focalizados en una parte concreta de la realidad, creo yo. De todos modos, da igual, porque para las otras partes, existen también otras historias. Y esto es lo divertido.
El conde de Morstin, ahora apátrida de corazón, en su lamento te dice “puesto que mi mundo parece vencido para siempre, ya no tengo patria. Es mejor que vaya a buscar los escombros de mi vieja patria” Va a recuperar un busto del emperador Francisco José, que guardaba en el sótano; también un uniforme de la Real Orden militar del Dragón. Y el relato sigue ….. casi como una parodia.

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