Revista Cultura y Ocio

El Caballero de la Penumbra

Publicado el 16 mayo 2015 por Angeles
Un poco de suspense nunca viene mal y a  mi me encanta. Hay veces que las cosas no son como parecen y aunque creas que las incognitas se quedan sin resolver, las respuestas están más cerca de lo que pensabas. 
Samarcanda
El Caballero de la Penumbra

EL CABALLERO DE LA PENUMBRARosseta cuchillo en mano, se dejo guiar por el inconfundible aroma del café recién hecho. Tras percibir que una figura se recortaba en la penumbra, corrió hacia el interruptor de la cocina. El brillante sol de mediodía dejaba en tinieblas el perfil de su inesperado visitante y la contraluz de la persiana le impedía apreciar claramente su rostro. Corrió a iluminar la instancia, todo el escenario cambió de repente, dejando  a un lado esa imagen lúgubre y siniestra del principio. Los ojos dejaron de ser negros y las facciones se hicieron más suaves -hasta amigables- lo que le permitió relajarse un poco, pero sólo un instante, ya que seguía sin inspirarle una pizca de confianza aquel intruso. -¿Es que piensa que puede entrar, así por las buenas? –Le increpó intentando infundirse valor.-La puerta estaba abierta. -le sonrió el hombre. -¡Está mintiendo! Yo misma la cerré. -!Así que Rosetta!!- exclamó el recién llegado con una sonrisa.-¿Cómo sabe mi nombre?Él  tipo soltó ahora una risotada ante la extraña cara que mostraba su interlocutora -a medio camino entre la sorpresa y el terror-.-Puedo decirte incluso -añadió- hasta porque te llamas Rosetta, ese nombre te lo puso la abuela en recuerdo de la piedra del mismo nombre, esa historia milenaria que te solía contar de pequeña.Esta vez, la joven intentó indagar entre sus recuerdos pasados, por si aquel caballero salido de la nada, podía ser parte de ellos, pero no consiguió encontrarle un hueco. Y sin embargo, sus rasgos no le eran del todo desconocidos. Lo que aun le resultaba más inquietante era como había llegado a manos de un extraño la maravillosa receta del café de especias de la abuela, herencia familiar que sólo atesoraban su madre y ella misma. El olor especial y delicado, no le dejó lugar a dudas, tanto, como para hacerla despertar de su apacible siesta y atraerla hasta allí. Inmersa en sus cavilaciones no advirtió que su afilada arma había bajado, dejando de apuntar al furtivo. Este, por su parte se había acomodado insolentemente en el único silloncito de su cocina y se deleitaba ahora con un largo sorbo de café.-Sírvete tu misma –le dijo indicándole la cafetera y sacándola definitivamente de sus díscolos pensamientos.Y de repente, como si alguien le obligará a girar la cabeza, sus ojos se quedaron engarzados en un marco antiguo en lo alto de la alacena del que pendía una orla negra. La imagen siempre había estado allí, pero a golpe de costumbre Rosseta ni siquiera la recordaba. Un sudor helado empezó a correr traidor por sus sienes. Con lentitud se volvió de nuevo hacia el silloncito. Como esperaba, la única compañía en esos momentos eran los rayos de sol que entraban por la ventana y la sombra de su viejo gato Nelo que allí dormitaba.©Samarcanda Cuentos-Ángeles.Safe Creative #1208080659685

El Caballero de la Penumbra

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