Reseña publicada en McGregoradas2010
Él no podía negarse.
John Parker-Roth no cree que el matrimonio sea necesario para alcanzar la felicidad. Prefiere continuar dedicando su atención a la horticultura, pero si encontrara a una mujer que compartiera su pasión por las plantas, una mujer sensata y tranquila, puede que entonces reconsiderara esa opción. Pero seguro que esa bella mujer que acaba de caer en su regazo no es ella, porque no posee ninguna de esas dos admirables cualidades. Aunque es cierto que la señorita Margaret Peterson tiene muchas cosas a su favor. Para empezar es una verdadera señorita inglesa, que se ruboriza adquiriendo un exquisito color rosado. Y además no va completamente vestida. Su boca carnosa pide a gritos que la besen. Ojala no se moviera de esa forma. Oh, Dios mío. Imposible ignorar la repentina visión de ella en su cama, aunque eso sería lo correcto.
¿Qué? ¿De verdad le estaba pidiendo Meg que la besara? Bueno, bueno. John Parker-Roth es un verdadero caballero por encima de todo y por lo tanto no puede negarse a la petición de una dama.
Autor: Sally Mackenzie
Soy una entusiasta seguidora de la novela romántica desde que tengo uso de razón. Es un género que ha evolucionado enormemente desde sus inicios, y dentro del cual hay grandes obras maestras; no en vano, "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen es mi novela favorita, clásico inmortal que jamás pasará de moda, libro de cabecera que he leído varias veces y que nunca me cansaré de leer, obra que sigue atrapando a las nuevas generaciones porque su temática sigue siendo condenadamente actual. Pero también es cierto que es un género plagado, desgraciadamente, de bodrios insufribles que han contribuído a que surgieran muchos detractores que han menospreciado e infravalorado esta clase de novelas.
Y la evolución de este género, junto con su interacción con otros, hace que en la actualidad nos encontremos con tipos o subgéneros de novela romántica: actual, histórica, vampírica, paranormal, erótica, o una combinación de ellos, todos con gran aceptación y un público fiel que sabe lo que quiere y que cada vez es más exigente.
Por ello creo que Sally Mckenzie vive en otro mundo y no sabe lo que ocurre en el planeta Tierra, y ni siquiera creo que se de cuenta de que esta novela contribuye a dar argumentos a los detractores del género romántico para que continúen menospreciándolo.
No me duele hacer una mala crítica, pero cuando la hago es porque el libro realmente se la merece y detesto que los lectores pierdan el tiempo con productos infumables.
El caballero desnudo es el cuarto libro de la serie NAKED -desnudo-, y me ha defraudado; lo ha hecho pese a que empieza muy bien, con una especie de "flashforward", un salto adelante en la trama para volver inmediatamente al presente, con una situación un poco subida de tono, con una protagonista -Meg-, que parece ser atrevida, ingeniosa, ocurrente y divertida...pero que resulta ser un espejismo que dura unas pocas páginas, devolviéndonos a un desierto que durará toda la novela.
La acción transcurre en la Inglaterra victoriana, supongo, y no porque me lo diga la autora -uy!, se le olvidó ese pequeño detalle-, sino porque lo deduzco de sus pobres descripciones sobre vestidos y horquillas de pelo, horquillas "diabólicas" que siempre se desprenden de los cabellos de la protagonista por su afición a revolcarse entre los arbustos. El protagonista masculino también prometía, por fin un hombre que es capaz de ruborizarse como una mujer...otro espejismo.
Me engañó, sra. Mackenzie, los protagonistas resultan ser cursis, ñoños, tontos y muy ingenuos; todo el mundo sabe lo que quieren, menos ellos; todo el mundo sabe lo que les conviene, menos ellos; todo el mundo sabe que se aman, menos ellos; caray! ¿se puede ser tan botarate?. Y todos quieren verlos casados, menos ellos. Estoy de acuerdo en que estamos ante una época llena de prejuicios, rumores destructivos y convencionalismos sociales que podrían echar por tierra una reputación por culpa de un comportamiento "indecente" o inapropiado, pero es que el resto de los personajes, ¡son todos unos libertinos!, hasta aquellos que por su edad comenzarían a toser ante el mínimo esfuerzo de levantar una taza de té (no digamos ante un encuentro sexual).
El hecho de que los protagonistas sientan una desmedida afición hacia la horticultura (??), no contribuye para nada al interés del relato; sólo es una excusa para que la insufrible Meg disfrute revolcándose -otra vez- entre los arbustos; y siempre la "pillan" el resto de los personajes, los cuales también se revuelcan en los mismos arbustos. Pero si esos revolcones son tan inocentes que provocan risa; no hay chispa, no hay situaciones que nos hagan sonrojar ni mordernos los labios, ni suspirar, así que, no entiendo por qué la protagonista acaba siempre hecha unos zorros, con el vestido embarrado y perdiendo las diabólicas horquillas que son sustituídas por las hojas de los arbustos, (ay, Dios).
La trama resulta aburrida, inverosímil y repetitiva hasta no poder más. Leyendo piensas que acabas de tener un "deja vú", pero no es así; volviendo unas páginas atrás, ¡la situación es la misma, y los diálogos también!.
Resultan mucho más interesantes los encuentros entre los personajes secundarios que entre los protagonistas, los cuales transcurren entre conversaciones repetitivas, babas y gateos de bebés. Lo único que cosidero algo, no mucho, ingenioso, es lo que piensan dichos personajes, más que lo que dicen.
En conclusión, existen novelas románticas, muchas, estupendísimas, pero ésta no es una de ellas. El misterio impenetrable sobre el criterio de las editoriales a la hora de publicar según qué novelas seguirá siendo eso, impenetrable. A la sra. Mackenzie le recomiendo leer unas cuantas antes de ponerse a escribir: novelas de autoras geniales en el tema como Sherrlyn Kenyon, J.R. Ward, Lisa Kleypas, Julia Quinn, Robin Schone -que te hace subir los colores como nadie-, o nuestra genial y magnífica Nieves Hidalgo.
Novela completamente prescindible, no perdáis el tiempo.
Carolina.