No sé por qué me llamó la atención esta novela desde el momento en que la vi en la mesa de la librería, pero tenía que leerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, El caballo ciego.
Podríamos decir que conocemos a la madre, que no necesita nombre porque el cargo ya le viene dado. Una mujer dominante que sabe de caballos y más aún de dominar una vida familiar que le resulta claramente decepcionante. Su hija es Nan, la juventud testigo de la relación de sus padres que sueña con irse de casa en cuanto llegue a la mayoría de edad. Y Caby, el padre; bebedor, artista fracasado y una decepción constante para su esposa, no tanto así para su hija. Y entonces Caby compra el caballo, Brigand, del que Nan se enamora.
Pocas veces se han descrito triángulos tan complicados como los familiares. A fin de cuentas un triángulo amoroso está formado por tres adultos que deciden qué hacer al respecto mientras que los lazos de la sangre, indelebles cuando implican a un hijo, son mucho más difíciles de ignorarse. Boyle nos presenta a una familia a finales del siglo XIX en la que el carácter dominante de la madre marca la relación superficial entre todos ellos. Madre sabe, madre ve, madre castiga... madre se decepciona. Incluso la vitalidad de su hija está marcada por ella. No digamos la del marido que es siempre señalado, marcado a fuego con un fracaso que se deja ver en cada mirada de su esposa. Y entonces llega el caballo de caza, el regalo para Nan, al que adiestran, la joven lo adora... y el caballo, de repente, se queda ciego. Uno podría pensar que esta tragedia es la que mide el libro pero Boyle lo convierte en la oportunidad que espera madre para señalar un nuevo fracaso de su marido: un caballo ciego, por favor, ¿para qué sirve? Y no es solo ella, el veterinario habla de piedad. El triángulo se tambalea y la novela, corta, casi un relato largo, se despliega dividiéndose entre un pare que busca enmendar ese error, una madre empeñada en erradicarlo y una hija que, contra todo pronóstico, decide que necesita a ese caballo, que lo quiere vivo, es vital. El narrador lo sabe, lo sabe todo, lo cuenta los escucha, les deja hablar ante un lector que es testigo de la tensión creciente en esa familia. A punto de un colapso constante, de un choque salvaje que contrasta con la escritura delicada de la autora, capaz de hacer que veamos cada una de las escenas. Que sintamos la placidez de las aguas superficiales mientras se prepara el mar de fondo para la tormenta. Deja que el lector sienta el miedo sin llegar a paladearlo mientras lee fragmentos sobre valentía o nuevos comienzos. Mientras pide que se revise la condena,
El caballo ciego es una novela magistral por el tono, el enfoque y las herramientas utilizadas para mostrar la peor de las batallas: una lucha de poder dentro de una pequeña familia.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias