Algún día tendrá que sacarse las anteojeras
El caballo de carrera va raudo a su destino, al único destino que conoce, sus anteojeras no le dejan ver más allá del camino demarcado, sobre él lleva al jinete quien no duda en “ajustarlo” cada vez que flojea, él es su única fuente de información; el jinete lo acaricia cuando llega a su destino, sabe que no lo puede maltratar, el jinete responde a su vez al dueño de caballo quien lo alimenta como es debido y se encarga siempre de que esté bien preparado para la carrera, al lado de él hay gente que no duda en apostar fortunas para sacar algún provecho.
El caballo de carrera no conoce más allá de su cuadra y quizás de los camiones donde lo transportan cada vez que hay carreras en otro hipódromo, para él la vida es cómoda, entrena para mantenerse en forma satisfaciendo a su jinete y al dueño que pone en él sus esperanzas monetarias, el caballo de carrera no sabe que existen campos y llanuras donde su correrío no sería para satisfacer a alguien sino para satisfacer esas ansias de libertad que todo ser lleva consigo.
La derecha peruana es similar, muchos “caballos de carrera” cuya visión sólo se centra a su mundo, un mundo cómodo donde deben entrenar a diario para luego en cada carrera satisfacer las ansias de poder y monetarias de sus “dueños”, aquellos dueños que les dan de “comer” y que les ofrecen una cómoda “cuadra” para dormir, esos mismo dueños que no dudan en contratar al mejor “jinete” (léase prensa) para dirigir al “caballo de carrera” a su único destino, es su única fuente de información y ésta no duda en colocarle las anteojeras para que no desvíe la mirada y no se distraiga, no vaya a ser que se dé cuenta que existe un mundo libre y quiera salir raudo a buscar un nuevo destino.
El “dueño” (gran corporación) no duda en invertir ingentes cantidades de dinero para hacer ganar a su “caballo” y no duda tampoco en hacer lo mismo con el “jinete” y no sintiendo que es suficiente va a alentar a los “apostadores” (grandes capitales) para que se sumen a esa inversión y “apuesten” a su caballo, al final el sacará una buena ganancia, los apostadores quedarán contentos con su parte, el jinete recibirá su buena participación y el caballo regresará como cada noche a su cuadra a seguir comiendo el mismo alpiste que come desde que nació.