Revista Opinión

El caballo de troya de las grandes corporaciones (ii)

Publicado el 25 julio 2014 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave

1441901063_8d0e880186_oEl miércoles publicamos la primera parte de la entrevista con Kenneth Haar, investigador en Corporate Europe Observatory, sobre el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP en sus siglas en inglés). El TTIP es el nombre oficial del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos que está en fase de negociación. Aquí va la segunda parte de la entrevista.

En el estudio encargado por la CE al think tank Centre for Economic Policy Research se calcula que la economía europea podría beneficiarse con 119.000 millones de euros al año y la estadounidense con unos 95.000 millones de dólares.

Si miras el estudio, las ganancias son relativamente pequeñas. Si te fijas en el crecimiento es pequeño e incluso el impacto en la creación de empleo será muy bajo o incluso negativo. Además, el estudio de la CE no calcula los costes que este acuerdo significará en el mercado. Por ejemplo, llevará a lo que en el estudio se refiere como ‘relocalización masiva’; se perderán trabajos en algunos sectores y se crearán en otros pero no se han calculado los costes que tendrá el acuerdo para la sociedad, la destrucción de puestos de trabajo de personas que no tendrán una alternativa en mucho tiempo. En este sentido, cuando la CE habla de crecimiento, creación de empleo y beneficios para trabajadores de toda Europa…lo hace basándose en un estudio que ni siguiera lo asegura.

¿Cuál es su opinión sobre el ISDS (Investor-to-state dispute settlement o ‘instancias de resolución de conflictos entre inversores y Estados’) y cómo afectará ello a las empresas?

En este acuerdo comercial uno de los planes más absurdos que se contemplan es lo que se conoce como ISDS. Este mecanismo permite a las empresas demandar a gobiernos cuando el gobierno o el parlamento tomen una decisión que tenga como consecuencia bajos ingresos para una empresa. Desde nuestro punto de vista esto significaría un gran ataque a la democracia. Leyes que consideraríamos como una vía lógica, habitual y democrática para regular políticas públicas legítimas, como por ejemplo, cómo regulamos la contaminación o las políticas medioambientales de las empresas, peligrarían con el TTIP. Si una nueva ley limitara los beneficios de una empresa, esta empresa podría beneficiarse de este mecanismo y tendría la opción de demandar al gobierno directamente.

¿Qué supondrá esto para las pequeñas y medianas empresas?

Este sistema no sería accesible a las PIMES, por una simple razón: demandar un gobierno con este sistema tiene un coste muy elevado. El coste medio del proceso es de unos ocho millones de dólares, algo que queda fuera del alcance de la gran mayoría de las PIMES.

El ISDS es problemático de por si, no es tanto si afecta o no a las PIMES. No se debería permitir que empresas norteamericanas puedan demandar gobiernos europeos por leyes medioambientales. Un peligro que puede derivar de este sistema es que la adopción de leyes sobre políticas públicas se convierta en algo muy costoso para los gobiernos. Y, peor aún, un efecto que el ISDS podría provocar es que antes de adoptar ninguna nueva ley que afecte a las empresas sea el mismo gobierno el que considere muy detenidamente si esta ley les supondrá problemas y marcará jurisprudencia.

[Véase la información publicada por CEO sobre el mecanismo ISDS aquí y la consulta pública que la CE llevó a cabo aquí]

¿Se conocen ejemplos de lo que este sistema ha supuesto?

En Canadá, por ejemplo, unos años atrás el desarrollo de legislación sobre políticas medioambientales se paró porque el gobierno canadiense temía enfrentarse a demandas por parte de empresas en Estados Unidos. Está claro que no queremos ver esto en Europa.

En realidad, una de las mayores demandas de los movimientos que se oponen al TTIP es sacar de la mesa de negociaciones esta propuesta.  Sin embargo, el ISDS ha sido puesto encima la mesa tanto por la UE como por EEUU –aunque con algunas diferencias en ambas propuestas-.

Otra de las críticas que a menudo salen cuando se habla del TTIP va dirigida a la opacidad en el que están desarrollándose las negociaciones. ¿Qué sabemos en realidad y de donde sacáis toda la información?

Si nosotros no hubiéramos podido encontrar los documentos que se han filtrado de las negociaciones oficiales, como algunas propuestas por parte de la CE, no sabríamos prácticamente nada de lo que está ocurriendo. Los procedimientos oficiales de transparencia han sido completamente aplanados. Los ciudadanos han sido apartados y permanecen en la desinformación.

Sí que la CE explica en la web algunas de sus propuestas pero la mayoría de veces se trata de documentos que destacan las partes más interesantes, o sea que en realidad son documentos para el consumo público. No es lo que debemos saber sino lo que quieren que se sepa.

Nosotros sacamos la mayoría de la información de documentos filtrados. Hubo una filtración por ejemplo, muy importante, cuando en Julio del año pasado obtuvimos el mandato de negociaciones de la UE. De ese texto pudimos sacar, por ejemplo, en lo que la CE está trabajando.

¿Qué pasará cuando termine la ronda de negociaciones y qué papel jugará el Parlamento Europeo en esto?

En la fase final la Comisión Europea pondrá sobre la mesa el acuerdo final y lo presentará al Parlamento Europeo. El problema es que la Eurocámara deberá tomar una decisión que será del tipo “o lo tomas o lo dejas”.  Lo que a mi me preocupa es que cuando haya un acuerdo final habrá ya muchos problemas y puede ser que la mayoría de eurodiputados vote a favor para mantener los intereses de algunos países europeos en el mercado estadounidense.

No sabemos exactamente cómo irá el proceso pero será un momento decisivo y dependerá básicamente del Parlamento Europeo decir sí o no al TTIP.

Conociendo la nueva composición del Parlamento Europeo, cuál crees que podría ser la decisión? 

Habrá que ver porque las posiciones pueden cambiar con el tiempo. De hecho, la misma oposición al TTIP empezó en el Parlamento Europeo y, por ejemplo, el grupo de los socialdemócratas estaba inicialmente a favor del mecanismo del ISDS pero pocos meses después cambió y a día de hoy parece claro que no aceptarán ningún acuerdo comercial que suponga el mecanismo de ISDS. Todavía hay tiempo. Aunque hay una mayoría conservadora en el Parlamento Europeo la cosa puede cambiar.

Y, por último, si se aprueba el TTIP y se comprueba que fue una mala decisión…

Legalmente sería muy difícil volver atrás. Políticamente sería extremadamente difícil y la relación con EEUU se dañaría muchísimo. Mientras, pagaríamos las consecuencias de esa mala decisión.

BLANCA BLAY, desde Bruselas

@BlancaBlay


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