Hace un par de domingos nos levantamos decididos a pasar el día fuera. No tenía ni idea de dónde iríamos pero tampoco importaba mucho. Hacía un día fantástico y cualquier sitio es perfecto para disfrutar juntos.
Metí el picnic que había preparado en el maletero (incluido un mantel por si teníamos que comer en el suelo), la bolsa de César, el carro y hasta los patines de toda la familia por si se terciaba. Nos subimos todos a la furgoneta y papá preguntó: - ¿Hacia el norte o hacia el sur? Dejamos que Marco (de 8 años) tomase la decisión, cosa que le hacía sentir muy importante y muy mayor. – Hacia el norte. :)
Ya sabíamos la dirección, tan solo faltaba elegir el destino. Y este fue… El cabo de la Nao en Javea. Sabía que allí habría un faro, acantilados y unas vistas que en un día despejado como este serían maravillosas. Si teníamos suerte podríamos llegar a ver en el horizonte la silueta de Ibiza. Además nos servía para hablar con los niños sobre lo que eran los cabos, los golfos, porque este cabo era tan representativo… Aunar diversión y cultura siempre viene bien.
No salimos muy temprano (que últimamente para arrancar con todos...) Eso, junto a que tuvimos que parar una vez porque Carla se hacía pipí y otra porque César quería mamar, hizo que llegásemos a Javea sobre la hora de comer. Mientras alimentaba al peque consulté a San Google y encontré una fantástica área recreativa en la zona. Se trata del parque de Les Cansalades.
Nos acercamos allí, descargamos, montamos el chiringuito, comimos, jugamos, charlamos, tomamos café, desmontamos, volvimos a cargar la furgoneta y pusimos rumbo al faro. Estaba muy cerquita de allí. La verdad es que por la carretera íbamos encontrando indicaciones para ir pero no nos fijamos mucho en ellas porque puse el navegador del móvil (grandes inventos estos móviles que tienen de todo).
Al llegar al faro hay una zona de aparcamiento para dejar los coches con un mirador junto a un restaurante. Lamentablemente en el horizonte había nubes y no podíamos ver la isla de Ibiza. Carla se había dormido así que papá canguro se la colgó a la espalda en la bandolera y pusimos a César en el carrito para acercarnos a ver el faro.
El acceso está cerrado al público pero hay una zona dónde hay un restaurante (que estaba cerrado) y unos banquitos de madera dónde sentarse a la que sí se puede acceder mediante una rampa de madera. Junto a la entrada hay un par de mesas de madera que nos hubiesen venido de perlas para comer si hubiésemos llegado más pronto.
A la balconada junto al faro y al punto geodésico que hay en la cima del cabo no se puede acceder con carrito. Hay que usar escaleras y/o subir entre piedras. Toda la zona del cabo de la Nao está catalogada como microreserva de flora, así que no está permitido arrancar flores o plantas.
Tras la breve visita al cabo de la Nao nos bajamos a jugar un ratito a la playa de Javea. Caminamos por el paseo marítimo, vimos el puerto, los peques jugaron con las piedras de la playa de la grava y volvimos a casa. Habíamos pasado un día muy divertido pero ya era hora de ir a descansar que al día siguiente nos esperaba el cole.
Si queréis ver más fotos os las he dejado aquí.
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