Revista Cultura y Ocio

El Cabrero, cuando la apariencia es esencia

Publicado el 03 octubre 2010 por Flenning

Cuando se es lo que se aparenta, entonces ya no se aparenta y la posibilidad de crear se convierte en algo más que un arte. Aquello que uno expresa como la forma de ver la complejidad del mundo no tiene cómo ni por qué, sino que se se transforma en conocimiento revelado.

Ser esencial, pese a esa diminuta condición de la existencia, permite arrasar con la infinitud.

Para Ser, no hace falta ser extraordinario, ni encantador, ni impresionante, ni positivo, ni increíble, ni aventurero, ni nada. Para Ser sólo hace falta cumplir con mandato de Hermes: como es arriba es bajo, como es adentro es afuera… Quizás esta afirmación parezca frívola o leve, sin embargo, en esta obra de un solo acto, en este viaje existencial y esencial, es más fácil perderse que encontrarse.

Dice El Cabrero que «… me gusta la gente que siempre tiene algo que decir […]» y digo yo que me gusta El Cabrero, José Domínguez Muñoz, porque ha decidido realizar su búsqueda siguiendo la huella de los ancestros, de aquellos los que tienen algo para decir y aconsejar, de los que han escrito el mensaje secreto un poco con sangre y un poco con letra.


Aunque le parezca mentira, es El Cabrero, él mimo, quien canta el último organito, el último tema.


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