¿Qué os voy a contar que no sepáis los que sois habituales de este espacio? Veo una novela ambientada en la Segunda Guerra Mundial y se me van los ojos detrás y, aunque a algunas me resisto porque todo no puede ser, muy a menudo os traigo lecturas con este escenario bélico. Hoy es el turno de El Café del Ángel.
Mi opinión
Hilde y Luisa, las dos protagonistas principales de la novela, dan inicio a El Café del Ángel con sendos capítulos centrados en cómo se desarrolla su vida cotidiana en 1938 para inmediatamente dar un salto en el tiempo y trasladarnos hasta 1945 en Wiesbaden, escenario principal de la novela y ciudad en la que se halla el legendario Café del Ángel, propiedad de la familia de Hilde. La guerra da sus últimos coletazos y ya todos asumen que Alemania la ha perdido. En medio del caos que supone la entrada de los americanos en la ciudad, Hilde y su madre luchan por reabrir ese café que ha sido toda su vida.
Alrededor de esta trama principal se desarrollan varios hilos algo más secundarios que irán confluyendo hacia la principal para terminar por formar un todo. Así iremos saltando de uno a otro y para ir conociendo al resto de protagonistas ya que a los dos iniciales centrados uno en Hilde y otro en Luisa, se unirán y se irán alternando capítulos que, aunque en menor medida, pondrán el foco en el resto de personajes y sus avatares: Heinz, Julia y Jean-Jacques. La profusión de hilos secundarios impide a la autora centrarse y a mí como lectora me impidió interesarme en lo narrado, en unos casos porque el hilo que realmente me atraía parecía ser olvidado a menudo, y en otros casos porque alguno de ellos, como el de Jean-Jacques, está alargado en exceso, entrando en una profusión de detalles que no solo carecen de interés alguno, sino que no aportan nada, salvo mayor número de páginas, a la lectura.
La sinopsis nos dibuja una apasionante saga familiar en la que los conflictos no tardan en surgir (cito textualmente) y animada por ello continué con una lectura que no me estaba convenciendo y que tenía que haber abandonado, pero avancé esperanzada por esos conflictos que no iban a tardar y que finalmente lo hacen a menos de 200 páginas para el final, es decir, cuando ya llevaba leídas más de 300, demasiado tiempo perdido como para plantearme dejarlo ya.
Hasta ahora no había leído nada de la autora a pesar de las muchas recomendaciones de su anterior saga, pero lo cierto es que, aunque su temática en principio me atraía, algo me decía que no eran lectura para mí y no sé si aquellos lo hubieran sido o no, lo que sí sé es que El Café del Ángel no ha sido la lectura esperada a pesar de lo atractiva que pintaba la sinopsis. Anne Jacobs introduce tantos ingredientes que es imposible profundizar en nada de lo narrado ni sentir empatía por un puñado de personajes tan deslavazados como ajenos al lector. Si, además, la protagonista indiscutible, Hilde, te resulta tan insoportable como me ha resultado a mí el resultado final solo puede ser… el que ha sido.
Leo en algún sitio que se trata del inicio de una nueva saga que, como os podéis imaginar, yo no voy a leer, ni creo que lo haga con ningún otro título de la autora ya que su estilo, ligero y en ocasiones tan simple que su narrativa carece de elaboración alguna, tal y como intuía, no es de mi agrado. No dudo que vais a encontrar opiniones mucho más positivas que la mía y es que no puedo negar que El Café del Ángel es una lectura fácil y sencilla que a buen seguro aportará a otros lectores, como mínimo, entretenimiento, que no es poco.