Revista Infancia

El calzado infantil

Por Theresaader

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La elección de los zapatos es de gran importancia, como un factor más de salud. Los pies en crecimiento de los más pequeños de la familia requieren especial atención. La misión del calzado para niños y niñas que todavía no caminan es únicamente el abrigo, no la sujeción. Para los que ya caminan es indispensable también permitir el movimiento de las articulaciones del pie. Se deben respetar la fisiología, la biomecánica y en definitiva la lógica del cuerpo humano, sobretodo cuando no existen deformidades ni patologías que puedan explicar otro tipo de calzado correctivo.

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El calzado para ser cómodo e higiénico, deberá adaptarse a los cambios de volumen que sufre el pie en cada paso y a lo largo del día. Además de permitir una perfecta circulación arterial, linfática y venosa y facilitar a la musculatura que pueda realizar pequeños ejercicios para mantener su función y evitar la atrofia muscular.

Ser impermeable al agua para que el usuario no se moje en el tiempo lluvioso, así como la de absorber el paso del aire y el vapor de agua a su través para que pueda eliminarse el sudor y continúe seco el pie. Poseer una buena adherencia al suelo, sobre todo en tiempo húmedo para que no resbale. Al secarse no desarrollarse anomalías por contracción que perjudiquen una nueva utilización.

Bota bebe
En los últimos años ha existido una corriente entre algunos profesionales que defienden la necesidad de un zapato infantil fuerte, en el que el pie vaya “bien sujeto”, tanto el tobillo como la planta y los dedos. Siguiendo esa teoría los fabricantes de calzado han creado un prototipo de zapatito-bota terrible, que prácticamente inmoviliza todas las articulaciones del pie e impide al niño utilizar correctamente su musculatura y su fisiología en desarrollo.

En la mayoría de los casos, la actitud más sabia es escuchar a la propia naturaleza. El pie fue creado para ir descalzo y no para ir metido en una armadura rígida. Un calzado inteligente debe seguir fielmente los dictados de la naturaleza. La misión del calzado es proteger y abrigar el pie y no aprisionarlo impidiéndole estímulos tanto internos (del propio movimiento, equilibrio, postura)  como externos (contacto de la planta del pie con el suelo).

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El tobillo: el zapato debe llegar hasta debajo de los maleolos (los huesos laterales del tobillo) o si es una bota, debe ser lo suficientemente flexible como para permitir el movimiento completo de la articulación del tobillo. Estaremos en un error si por mantener intactos los ligamentos (que el niño no se tuerza el pie) lo que hacemos es anular la importante acción muscular, llevando un calzado que impide el movimiento.

La suela: si la suela del zapato es rígida, no permitirá que haya movimiento en la parte anterior del pie (articulación de los dedos). Si nos fijamos en cualquier persona cuando camina descalza, el pie no se mueve en bloque sobre el suelo, sino que se dobla, se articula en la base de los dedos sobre todo en dos momentos durante cada paso: justo antes de apoyar  el pie en el suelo (final de la fase aérea del paso) y aún más en el momento de separarse del suelo tras el apoyo (fase de despegue). Los dedos pues colaboran con su movimiento de flexión y extensión durante la marcha, por lo que es absurdo eliminar su función. Es imprescindible dejar que la zona anterior del pie se mueva con libertad mediante una suela flexible. 

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Las plantillas: todos los niños antes de empezar a andar tienen un pie plano fisiológico normal. Es más adelante con la puesta en pie y la marcha cuando se empieza a formar la bóveda plantar, gracias a la acción muscular. Si ya la bóveda es mantenida artificialmente por el calzado, estaremos inhibiendo la acción de esas fibras músculo-tendinosas cuya misión es sostener el arco del pie.  La plantilla del zapato debe ser plana y flexible.

Consejos para comprar el calzado infantil:

  • El zapato debe dejar libre la articulación del tobillo (subir y bajar el pie)
  • El zapato debe ser flexible. Debemos poder doblar la parte de delante de la suela fácilmente hacia arriba con la mano.
  • El tamaño del zapato debe ser lo bastante ancho y largo para que permita el movimiento de los dedos y que éstos no lleguen a tocar por delante el final del zapato por dentro. Dibujar y recortar en caso de duda el contorno del pie del niño en un cartón o papel y comprar luego un zapato en el que quepa bien esa silueta.
  • Los materiales deben ser lo más naturales posible para que permitan la transpiración de los pies: piel, cuero, corcho, algodón (lona), etc.
  • El modelo más adecuado es un zapato que se adapte bien al pie, es decir con cordones o velcro en el empeine. Las chanclas, mocasines, zuecos o marquesitas no son recomendables, entre otras cosas porque la percepción de que el zapato se sale a cada paso obliga a los dedos a un trabajo extra de “agarre” innecesario.

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A pesar de haber elegido un calzado correcto, no se debe olvidar que los zapatos y zapatillas son sólo para unas horas del día. En casa los pies deben estar todavía más libres: calcetín o similar sería suficiente para los más pequeños del hogar (solamente para mantener calientes los pies).

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