Revista Coaching

El cambio y los pequeños pasos

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

El cambio y los pequeños pasosNos cuesta gran esfuerzo el cambio, y muchas veces abandonamos antes de empezar. Los objetivos parecen gigantes, el trabajo una epopeya, y nuestra voluntad pobre. Pero existe un secreto sobre pequeñas acciones, hábitos y una motivación acumulativa, que nos ayuda a transformar conductas y empresas.

Caminaba hace un tiempo despistado, cuando vi venir a un chico que canturreaba, irritando su madre. La mujer le advertía, repetidamente: “termina ya con ese cantito”. De repente, la señora, cansada de insistir, le grita:

– ¡Cállate, José! –y le pega un cachetazo. Siguieron andando luego, en cordial silencio.

José y su madre son dos aspectos de nuestro propio comportamiento. Somos José cuando repetimos rutinas insalubres o que no generan valor. Somos su madre, porque nos decimos a cada instante “tengo que cambiar, mañana ordeno el escritorio, debo generar procesos, el lunes empiezo la dieta, quiero pasar más tiempo con mis hijos”. Sin embargo, necesitamos el repulsivo golpe: una úlcera, la reacción desmedida, el ataque de estrés, pánico o ansiedad. De repente estás con la misma cara que José cuando recibió el tortazo. Y si no es demasiado tarde, cambias.

El Kaizen es una técnica japonesa que sintoniza perfectamente con nuestra condición biológica (lo explican mejor autores más eximios como Robert Maurer). Al parecer, nuestro cerebro rechaza los grandes cambios y reacciona con temor, anulando cualquier motivación al movimiento. Sin embargo, si realizamos pequeñas pero constantes acciones en dirección a un objetivo, el cerebro se siente a gusto, y vivenciamos una motivación acumulativa.

“Cada vez que envío un e-mail, me desespera no encontrar al contacto, pero tengo un lío en la base de datos, que sólo pensar en ordenarla me da dolor de panza”. Empieza simple: ordena dos contactos por día. “¡Pero mi base es de tres mil!”. No importa. Esta ínfima acción, repetida cada día, generará el Gran Cambio. Llegará un momento que:

– la acción de ordenar se habrá hecho un hábito,

– nos moveremos sin esfuerzo en la dirección correcta, y

– habremos desactivado la temible imagen de la gigante base de datos queriendo fagocitarnos.

Además, esa pequeña acción repetida evitará que cambiemos a la fuerza por un colapso nervioso una tarde ajetreada, en la que no llegamos a enviar tres presupuestos urgentes.

Pasa hoy tres minutos antes de la cena con tus hijos, ordena sólo las lapiceras de tu escritorio, come un bocado menos de tu cena sin esperar el comienzo de la dieta el lunes. Y mañana de nuevo, y pasado, otra vez. En pocas semanas verás que has encontrado una fórmula para transformar tu conducta, tu empresa y toda tu vida

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Nos cuesta gran esfuerzo el cambio, y muchas veces abandonamos antes de empezar. Los objetivos parecen gigantes, el trabajo una epopeya, y nuestra voluntad pobre. Pero existe un secreto sobre pequeñas acciones, hábitos y una motivación acumulativa, que nos ayuda a transformar conductas y empresas.

Caminaba hace un tiempo despistado, cuando vi venir a un chico que canturreaba, irritando su madre. La mujer le advertía, repetidamente: “termina ya con ese cantito”. De repente, la señora, cansada de insistir, le grita:

– ¡Cállate, José! –y le pega un cachetazo. Siguieron andando luego, en cordial silencio.

José y su madre son dos aspectos de nuestro propio comportamiento. Somos José cuando repetimos rutinas insalubres o que no generan valor. Somos su madre, porque nos decimos a cada instante “tengo que cambiar, mañana ordeno el escritorio, debo generar procesos, el lunes empiezo la dieta, quiero pasar más tiempo con mis hijos”. Sin embargo, necesitamos el repulsivo golpe: una úlcera, la reacción desmedida, el ataque de estrés, pánico o ansiedad. De repente estás con la misma cara que José cuando recibió el tortazo. Y si no es demasiado tarde, cambias.

El Kaizen es una técnica japonesa que sintoniza perfectamente con nuestra condición biológica (lo explican mejor autores más eximios como Robert Maurer). Al parecer, nuestro cerebro rechaza los grandes cambios y reacciona con temor, anulando cualquier motivación al movimiento. Sin embargo, si realizamos pequeñas pero constantes acciones en dirección a un objetivo, el cerebro se siente a gusto, y vivenciamos una motivación acumulativa.

“Cada vez que envío un e-mail, me desespera no encontrar al contacto, pero tengo un lío en la base de datos, que sólo pensar en ordenarla me da dolor de panza”. Empieza simple: ordena dos contactos por día. “¡Pero mi base es de tres mil!”. No importa. Esta ínfima acción, repetida cada día, generará el Gran Cambio. Llegará un momento que:

– la acción de ordenar se habrá hecho un hábito,

– nos moveremos sin esfuerzo en la dirección correcta, y

– habremos desactivado la temible imagen de la gigante base de datos queriendo fagocitarnos.

Además, esa pequeña acción repetida evitará que cambiemos a la fuerza por un colapso nervioso una tarde ajetreada, en la que no llegamos a enviar tres presupuestos urgentes.

Pasa hoy tres minutos antes de la cena con tus hijos, ordena sólo las lapiceras de tu escritorio, come un bocado menos de tu cena sin esperar el comienzo de la dieta el lunes. Y mañana de nuevo, y pasado, otra vez. En pocas semanas verás que has encontrado una fórmula para transformar tu conducta, tu empresa y toda tu vida.

Autor Oscar Bianchi

 Director de Kaiprom Soluciones Comerciales, empresa dedicada a consultoría de negocio, comunicación y socialmedia para compañías IT. Licenciado en Comunicación y especialista en Ingeniería Gerencial. Fue profesor adjunto de la Universidad de Ciencias Empresariales (Argentina), en las cátedras de Psicología, Marketing y Comunicación.

Fuente http://www.serhumanoytrabajo.com/archivo/personal/cambio.htm

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