Cae la tarde escucho de fondo la voz de Norah Jones con la banda Little Willies con una bonita canción Roll on. La vida transcurre veloz como un tren que nos adentra de vez en cuando en oscuros túneles donde los sueños se desvanecen. El viaje continua, observo impasible los paisajes que me muestra el camino.
El camino, esa larga senda que recorremos sin pensar en el destino, tan solo caminamos mirando al frente sin detenernos a observar a nuestro alrededor, en este instante, en el momento presente, miramos siempre hacia delante o hacia atrás, pero yo quiero detenerme y contemplar este presente efímero que ya casi es pasado.
Tratamos siempre de continuar por la senda por la que caminan los demás, siguiendo sus huellas. Aunque a la mayor parte de nosotros nos gustaría seguir, quizás otro camino diferente, construyendo nuestro propio sendero a la vez que forjamos nuestros sueños y deseos, pero continuamos guiándonos por las pisadas de los demás, tomando la vía principal que es la que debemos seguir todos.
Después de estas reflexiones tan profunda rebusco en mi lista de spoty tratando de encontrar algo de música que prolongue este momento de enajenación mental transitoria. Encuentro una gran canción, Hallejulah, una de mis favoritas del músico y poeta Leonar Cohen, pero elijo una versión de la cantante Inglesa Kathryn Williams un cover más triste y melancólico que el del propio autor o de la conocida versión de Jeff Buckley.
Sumido en una honda sensación de nostalgia en la que me ha dejado esta canción, trato de volver al mundo real, a lo irrelevante, a lo cotidiano a esas pequeñas cosas que hacen el día a día, miro el reloj, las cartas que hay encima de la mesa, cartas sin contenido, facturas, propaganda y poco más, el teléfono móvil con recordatorios de multitud de whatssap de amigos y de infinidad de grupos absurdos. Me dirijo hacía la cocina abro el congelador para sacar algo de comida congelada para comer mañana. Me asomo a la ventana, la vida sigue… coches de un lado para otro, gente caminando, gritos de niños, murmullo, ruidos de motores, algunos cantos de pájaros en la lejanía acallados por los estruendosos sonidos de la urbe, en definitiva son los ecos de la cotidianeidad de la que están hechas cada una de nuestras vidas.
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