Ya desde la Antigüedad, distintas culturas utilizaban la imagen de la montaña con fines mortuorios. Si los egipcios construían pirámides en honor a sus faraones y sus altos cargos, la cultura celta o la escandinava se decantarán más por montículos de tierra que podrían llegar a tener la nada desdeñable altura de doce metros.
En el caso de Escandinavia, existe una gran experiencia con este tipo de monumentos, especialmente en el territorio que hoy conocemos como Suecia, donde se concentran algunos de los más conocidos. Construidos desde al menos el final de la Edad del Hierro escandinava (a partir del siglo V), se prolongarán hasta bien entrada la época vikinga. Pero a medida que los siglos pasan, los nuevo túmulos quedarán en un segundo plano al ser más pequeños que sus antecesores. Los túmulos menores, donde reposan los restos de guerreros y otros miembros destacados, estarán a su vez bajo la cobertura de innumerables árboles que parecen acoger en la naturaleza a las nuevas construcciones. ¿Por qué escogieron este tipo de enterramiento a pesar de la diversidad que existía en ese momento?
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La visibilidad de la muerte
Los investigadores todavía tienen serias dudas sobre toda esta variación de posibilidades a la hora de morir, especialmente cuando la escasa literatura contemporánea que tenemos nos habla de un estilo de enterramiento totalmente diferente. Algunas de las causas que motivarían a una familia a escoger entre un tipo de enterramiento u otro podría ser la religión (bien la cristiana que irá tomando terreno en estos momentos o el culto tradicional), el estatus social (donde aquellos sin ataúd podrían dar a entender que no pudieron pagárselo en contraste con las costosas habitaciones de madera que pueden encontrarse enterradas) o la moda.
Por otra parte, la literatura es una de las fuentes que podemos utilizar para conocer estos túmulos. A pesar de que la mayoría de los textos fueron escritos tras la época vikinga, nos aportan información de un momento histórico en el cual la escritura estaba limitada a los mensajes personales y a las piedras rúnicas.
Parece ser que estos textos formaban parte de la cultura oral en el momento de la erección de algunos de los túmulos funerarios. Es algo frecuente que, tras la muerte de algún miembro importante de la comunidad, se erija uno de estos montículos. Es el caso de la saga de Egil Skallagrimsson, donde aparecen diversos monumentos de este estilo.
Algunos de los túmulos de Escandinavia
A día de hoy contamos con numerosos ejemplos de túmulos que se mezclan con el paisaje. Pero no todos cuentan con la misma atención por parte de los arqueólogos y los historiadores que constantemente los visitan. Generalmente se tratan de pequeños montículos insertos en una necrópolis con diferentes tipos de enterramiento, pero algunas llegan a destacar por su tamaño, posiblemente a causa del alto estatus del fallecido.
Tres de los más importantes se sitúan en Gamla Uppsala, la parte antigua de la ciudad sueca de Uppsala. Datadas en el periodo de las migraciones, se tratan de los túmulos de Västhögen, Mellanhögen y Östhögen (túmulo del oeste, del medio y del este respectivamente). Su importancia radica en el hecho de que Uppsala fue una de las grandes poblaciones desde antes de la época vikinga. Algunos estudiosos como S. Lindqvist han llegado a pensar que fueron construidas para los reyes legendarios Aun, Adils y Egil, reyes que aparecen reflejados en la obra Heimskringla de Snorri Sturluson (1178-1241 d.C.).
A cada lado de los montículos reales se levantan otros más pequeños formando una línea. Parece ser que fueron levantadas en diferentes momentos históricos, por lo que esta curiosa formación debe de haber sido construida con la finalidad de armonizar las tumbas con el entorno creando monumentos fáciles de distinguir por la población.
Más al sur tenemos la localidad de Åshusby donde se alza el túmulo de Nordian junto a una necrópolis con distintos tipos de tumbas (al menos 10 túmulos, 152 tumbas cubiertas de piedras formando un círculo, 20 formando un cuadrado y dos en forma triangular). Según las excavaciones realizadas en la necrópolis, los ajuares indican que estuvo en uso desde al menos el siglo VI hasta la época vikinga. El nombre Nordian procede de una leyenda local que dice que la tumba pertenece al rey Nore o Nordianus, muerto hacia el año 89.
Sea como sea, se trata de un montículo similar a los encontrados en Uppsala, de unos once metros de altura y más de cincuenta de diámetro que se erigió en un promontorio natural favoreciendo que pudiera ser visto desde la distancia. En su parte superior se encuentra una losa en blanco de casi dos metros de altura que corona el monumento.
Un lugar para toda la vida
Tras la época vikinga se empieza a estandarizar el método de enterramiento de la población escandinava. El cristianismo, que ya había llegado de alguna manera en siglos anteriores, no caló en la sociedad hasta que aparecieron las primeras dinastías reales que aunaron los territorios de Dinamarca, Noruega y Suecia. Estos monarcas siguieron la estela del imperio franco y alzaron la causa cristiana como motor para mejorar el control de los territorios en disputa.
Con el ascenso del cristianismo y los primeros códigos legales se fueron estandarizando las prácticas religiosas y las zonas de inhumación en torno a las recién creadas iglesias. En ellas se irán formando poco a poco una estratificación que perdurará durante siglos donde los más poderosos estarán dentro de la propia iglesia mientras que la población más pobre será relegada a la periferia del cementerio. Ese será el caso de Sigtuna o de Nidaros (la actual Trondheim, en Noruega) donde se irán adaptando a los códigos legales que aparecerán en toda Escandinavia durante los siglos XIII y XIV.
Autor: José Miguel García Pimentel para revistadehistoria.es
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Bibliografía
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La entrada El camino al más allá en Escandinavia aparece en Revista de Historia.